El país está saturado de peligrosos enclaves haitianos que no sólo generan actos crimínales, sino que se apoderan de porciones de nuestro territorio y esparcen el conjunto de sus actos delictivos en todo el entorno donde pernoctan, disfrutando de la permisividad de las autoridades que están supuestas a poner en movimiento la acción pública, y traducir a la justicia a los autores de hechos punibles.
Las cárceles del país se encuentran mayormente pobladas de delincuentes haitianos inclinados al robo, a la violación de menores y al homicidio, prefiriendo el degüello de personas como la forma preferida de eliminación física. Y lo triste de esta situación es que cometen sus infracciones, huyendo luego hacia Haití, retornando posteriormente para ubicarse en otros lugares, distantes donde se registraron los hechos de sangre.
En la región Este, los haitianos se apoderaron de parajes, entre los que podemos citar el Hoyo de Friusa,Verón, Haití Chiquito, Cabeza de Toro y Kosovo, comunidades situadas entre Bávaro y Punta Cana, lugares turísticos que han bajado la venta de reservaciones por las incursiones haitianas en su áreas circundante, lo que está afectando el ingreso de divisas, a través del turismo, uno de los ejes fundamentales de la economía.
La indiferencia gubernamental está matando nuestra soberanía, dado que los haitianos criminales, verdaderos hijos del infierno, caminan, hacen y deshacen en nuestro país, sin ningún régimen de consecuencias, y cuando vayamos a despertar ya será tarde, pues caeremos bajo su control nuevamente, sin hacer un solo disparo.
Nuestros hospitales y escuelas están llenas de habitantes de Haití, ocupando los espacios que les corresponden a los dominicanos, conforme a sus derechos consagrados en la Constitución de la República. Hay un recinto escolar en municipio Santo Domingo Este donde el 90 por ciento de los alumnos son haitianos, mientras los jóvenes criollos no tienen aulas para estudiar. La escuela Patria Mella del Monte, quien fue una de las educadoras más destacadas del siglo X1X, está atiborrada de haitianos, quienes consumen el presupuesto público destinado a la docencia.
La dirección de Migración y el Ejército, en una labor conjunta deben desalojar a los haitianos de Punta Cana y de Bávaro, toda vez que si perdemos el turismo, las falencias seguirán aumentando.