La esperanza, que es lo último que se pierde, constituye el recurso más a la mano del ministro de Energía, Joel Santos, al abordar el problema eléctrico.
No ha habido un encuentro en que ha participado en que no haya anunciado, como ahora, que en los próximos tres años se duplicará la capacidad instalada de energía térmica. Que se trabaje en ese sentido es alentador.
Y bien se sabe que la instalación de una planta para producir energía no se efectúa de la noche a la mañana. Lo que pasa es que se tiene tanto tiempo escuchando el mismo discurso que no se descarta quienes tengan hasta sus dudas.
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Desde hace un buen tiempo el sector energía ha sido uno de los más atractivos para la inversión extranjera. Y es que en los últimos tiempos las reglas han cambiado, sobre todo en materia de transparencia y seguridad.
Pero los consumidores quieren, anhelan, necesitan que se acaben de superar los males que todavía provocan apagones y que tanto encarecen el servicio eléctrico. Sería frustratorio que la producción de energía térmica se incremente de 4,000 hasta más de 6,000 megavatios sin que se superen los actuales males.