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Entre cielo y tierra

Entre cielo y tierra

Mary Leisy Hernandez

Entre musulmanes

Estambul, Turquía.- Aquella voz estruendosa la escuchaba desde mi cama. A veces era lo que me despertaba cuando estaba en Estambul. Es la voz del almúedano que llamaba a orar desde  alguna mezquita cercana. Y si estas cerca de muchas mezquitas, como era nuestro caso, el espectáculo auditivo es grande: enorme. Me parecían celestiales aquellas voces que de manera tan particular cantan.

Para los musulmanes es la rutina: natural escuchar este canto cinco veces al día. A primera hora de la mañana, al medio día, a primera hora de la tarde, al atardecer… Varían los horarios según la salida y la puesta del sol y los países. Qué reza aquel canto? “Alá es grande, testifico que no hay más Dios que alá…”

A nosotros nos sorprendían los rezos, mientras hurgábamos en bazares, mercados de especias, contemplando las cerámicas o las coloridas alfombras turcas y en otras actividades que nos hicieron  conocer la riqueza cultural de este país parte Europa y Asia. Occidente y oriente a la vez.

Aquel canto para llamar a rezar que invade, le dio un toque especial a todo lo que sentimos: al paisaje lleno de cúpulas y torres de mezquitas, al mar, a la gente…Me trasladaba muy lejos

cuando sonaban aquellos cantos, mientras algún guía explicaba del asentamiento por aquellas tierras de celtas, griegos, romanos, armenios,… y los imperios bizantinos y otomanos.

Mis expectativas sobre Turquía fueron superadas. Aprendí más sobre otras civilizaciones, religión, casas trogloditas… y aunque nunca atendí al llamado a rezar del Almuédano, si fui a mi tiempo a históricas mezquitas. En algunas de ellas me senté en las enormes alfombras y a mi manera oré y agradecí por tanto.

Por: Mary Leisy Hernandez
Marilei@hotmail.com

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