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Entre Cielo y Tierra: Un tarjetazo para orinar

Entre Cielo y Tierra: Un tarjetazo para orinar

Mary Leisy Hernandez

Por poco me orino en la ropa por no entender como funcionaba el acceso. Estaba en una plaza comercial en el centro de Bruselas y pregunto donde están los baños.

Me explican están al fondo, al lado del super mercado. Rauda y veloz me dirijo allá con esa sensación que imagino nos da a muchos: mientras más nos acercamos al trono de desague más se intensifican las ganas de hacer pipí.

Me habían dicho que no aceptaban efectivo pero no le di mucha importancia. Estando en Europa pocas cosas me asombran. Me imaginé que una madame pipí (las que limpian y atienden el baño), tendría a manos una máquina para cobrarme con tarjeta de créditos la gloriosa orinada, pero no. Jejé. Aquello todo era máquinas.

Donde meter la tarjeta, me dije al llegar a aquel aparataje que impedía el paso al trono más liberador para el cuerpo. A quien preguntarle?

Entre una y otra cosa me iba poniendo nerviosa y la pipí se desesperaba por salir. Hasta que por fín vi a una chica al lado que puso su tarjeta en una pantallita y zas, pasó. Hice lo mismo pero no me funcionó.

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Ya estaba tan tensa que estaba torpe. Intenté de nuevo y me pidió código. Por qué? Puse el bendito código y felizmente no había filas. Entré al trono más cercano a dar la meada más moderna y cara de toda mi vida: 70 céntimos o para ser más precisos, 37.66 pesos dominicanos al cambio del día. Después de ese día compré muchas otras meadas con mi tarjeta.

La más reciente ayer, ya más relajada. Mi próximo desafío será pagar meadas con aplicativo desde el celular o reloj inteligente. marilei@hotmail.com

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