Editorial Opinión

Envase de indiferencia

Envase de indiferencia

La crisis de Haití fue tema la semana pasada en las cumbres Iberoamericana, en Santo Domingo, y la celebrada en Otawa entre el presidente de Estados Unidos y el primer ministro de Canadá sin que se identificara alguna vía de solución rápida y segura a tan acuciante drama.

Ninguna de las potencias mundiales que tienen vínculos históricos, económicos, geopolíticos o migratorios han expresado interés en encabezar una fuerza militar que procure desmantelar a las bandas armadas que controlan más del 60 % del territorio haitiano.

El presidente Joe Biden y el ministro canadiense Justin Trudeau respaldan la integración de esa fuerza definida por la Organización de Naciones Unidas (ONU) como “de acción rápida”, pero ninguno de los mandatarios se ofrece a encabezarla, como si esa fuera una responsabilidad ajena.

En la Cumbre Iberoamericana, que culminó el sábado, el presidente Luis Abinader volvió a reiterar el reclamo a la comunidad internacional de acudir en ayuda de Haití, lo que ya se convierte en un clamor en el desierto, aunque esta vez su propuesta fue acogida por los dignatarios presentes en ese cónclave.

Se alejan las posibilidades de que pueda integrarse una fuerza de pacificación, como la ha llamado el presidente dominicano, porque Estados Unidos, Canadá ni Francia expresan el menor interés en integrar o dirigir ese proyecto de intervención militar en Haití.

Biden y Trudeau prefieren dirigir esfuerzos y recursos a fortalecer a la Policía Nacional Haitiana, la misma institución que tuvo que ver con el magnicidio del presidente Jovenel Moïse, y de cuyo seno han salido la mayoría de los jefes de las bandas armadas que asolan a esa nación.

Canadá donará a Haití 73 millones de dólares que seguramente serán destinados a la adquisición de equipos militares y al entrenamiento de la policía, sin que se tomara en cuenta que más de cinco millones de haitianos sufren de hambre y pobreza extrema. Biden se enfocó en cerrar puertas a los inmigrantes.

Como ha sido costumbre en foros internacionales, en la Cumbre Iberoamericana y en el encuentro entre Biden-Trudeau, la crisis de Haití se empacó en envase de indiferencia coloreado de buenas intenciones, por lo que República Dominicana no puede cansarse en advertir que de ninguna manera cargará con ese problema.

El Nacional

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