Desde hace tiempo vengo estudiando la presencia de la provincia de San Cristóbal en la literatura dominicana. Esto me obligó, con la pasión encendida que alberga el amor a la patria chica, a recoger los textos fundamentales de un siglo de literatura sancristobalense.

Esta provincia ha dado a la luz una gran cantidad de importantes creadores, en su mayoría escritores decididos a enfrentar la realidad de un Estado laberíntico, donde se les impusieron sonrisas a unos rostros y se las borraron a otros.
Por eso, es triste decirlo, pero es necesario recordar que las artes en República Dominicana brillaron tras las cortinas de una época que nadie quiere soñar.

Esto es cambiar la vida en “el tiempo como el poeta hace cambiar la vida de las cosas”, con la fantasía desbordante.
No es casual que la cuna de la primera Constitución Dominicana nos presente artistas en todos los géneros y de qué manera tan significativa.

San Cristóbal es un caudal de escritores brillantes, creadores de un mundo nuevo, que nos conduce a la transformación del universo, interpretando el concepto típico de nuestra comunidad interliteraria.

Esto contribuye al enriquecimiento de la interpretación de los fenómenos artísticos.
Tulio M. Cestero, Osvardo Bazil, Zacarías Espinal, Sócrates Barinas Coiscou, Diógenes Valdez, Cándido Gerón, Héctor Díaz Polanco, Odalis G. Pérez Nina, Guaroa Ubiñas Renville, Blanca Kais Barinas.

Ignorar estos valores equivale a negar nuestra historia local y nacional y privarse de un “instrumento indispensable para toda investigación”.

En este registro anunciado se trata de dar entrada o poner de manifiesto nuestra decisión que no se limita a fragmentos discursivos apátridas.

Pero no puedo dejar de mencionar otros más jóvenes, pero con grandes talentos: Diógenes Nina, Isabel Florentino, Ramón Mesa, José Calderón, Marcial Báez, Amado Alexis Chala, Ana Romero Franco, Ninoska Martínez, Orlando Suriel, Yaina Melissa Rodríguez, entre otros jóvenes también destacados.

Por: Juan B. Nina

ninajuanb@gmail.com