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Esto pienso, esto creo

Esto pienso, esto creo

Rafael R. Ramírez Ferreira

Querellas, frustraciones y observaciones que se quedan en el aire.-

Por: Rafael R. Ramírez Ferreira
(rafaelelpiloto1@hotmail.com).-

Porque: “Por encima de todo, hay una moral esencial, no hacer daño a los demás”

Diariamente solemos limitar la cantidad de acciones que deberíamos llevar a cabo pero que, condicionamos las mismas a hechos que por su cotidianidad, claudicamos ante ellas. Son muchas las causas que padecemos ante las cuales nos vemos limitados para cualquier acción y al final, el gran resultado solo deviene en abusos, trampas y desilusiones.

Nosotros, como país del tercermundismo, estamos sometidos a estructuras sociales y creencias, que al día siguiente nos damos cuenta de que son algo absurdas, ya que en la mayoría del tiempo, solo miramos hacia el Estado como gobierno que abarca todo nuestro quehacer diario, un conjunto vacío donde entran todas las instituciones que de él dependen pero, nos olvidamos de aquellas otras que en realidad nos causan más pesar y desalientos que todos aquellos organismos que componen los gobiernos.

Aunque no es de este tema que trato de hablar, es imposible dejar lo uno sin lo otro. Por Ejemplo: las prestadoras de servicios, todas. Condenados enjambres de negocios sin los cuales ya nos he imposible –prácticamente- la propia existencia. Vivir sin comunicación; sin internet y cuantas apps aparezcan, es algo inconcebible.

Endiabladamente ágiles para venderles, para hacerle firmar especie de “contratos” de embudo; raudos para cobrar pero, a la hora de resolver los problemas que a ellos les corresponde, nuestras vidas se convierten en un infierno, porque aparte de usted perder su tiempo llamando, los minutos transcurren en diferentes segmentos pasando de un operador a otro y al final, tiene que ir a la sucursal y pasar peor crujía.

Pero no es sobre esto tampoco que deseo explícitamente expresarme, porque al parecer, cada día nos encontramos con cosas nuevas que se hacen viejas en la práctica sin que nadie tome en cuenta la necesidad de los clientes o los ciudadanos, y parecería, como en su momento expresara Joseph Stalin sobre la gratitud, al decir que la misma, era solamente una enfermedad de los perros.

Y es que dentro de eso que llamamos cultura, esa combinación de estructuras sociales, de estilos de vida, creencias e inclusive medios de comunicación, la nuestra se centra en la permisibilidad, el servilismo y el siempre miedo a reclamar lo que en derecho le corresponde a cada quien. Esclavos y mudos nos mantenemos y aquellos que suelen supuestamente defendernos en los medios, en su gran mayoría se han convertido en serviles de esos plutócratas, que el dinero les entra a sus bolsillos casi como acto de prestidigitación y donde todo se les pasa por alto, quizás, por ser buenos aportadores de recursos para las campañas políticas, ¿o no?

Porque claramente, en la obtención de estos recursos, no todo ha sido puro y siempre ha existido el velo del misterio, como aquellos dueños de medio país sin explicación lógica, donde lo más creíble es el haber sido amigos o testaferros del hombre aquel. Aunque en una cosa si estamos claros, y es que en una sociedad democrática capitalista como la nuestra, la regla general es reducir costos e incrementar los beneficios, pero, carajo, al parecer estamos en una etapa comercial determinantemente criminal, comprar a 4 y vender a 27, le rompe la madre a cualquiera.

Y todos estos personajes, que parecen andar sobre las nubes, son los mismos que les gusta el rojo purpura, el mismo que en su momento los romanos llamaron Tirreno, color usado en la franja de la toga que usaban los pertenecientes a la orden senatorial, algo único, por su precio y tradición de uso por parte de aquella nobleza y por esta, que nos acogota la vida. ¡Sí señor!

El Nacional

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