El titular: “Aseguran feminicidios en el país están asociados a problemas de salud mental tras COVID”, refiriéndose a las declaraciones de dos mujeres, una incumbente actual y otra que lo había sido, del Ministerio de la Mujer, alarmó porque la explicación de las entrevistadas no merecía el encabezado.
Ambas se refirieron a la salud mental contestando a una pregunta, y llamando la atención a la necesidad de tomarla en cuenta en presupuestos y políticas públicas, solamente.
La aclaración, porque hay suficientes investigaciones, nacionales e internacionales, que demuestran que los agresores de mujeres y niñas, en una gran mayoría, no son enfermos mentales.
La creencia de que los agresores son enfermos mentales actúa como un tranquilizante acientífico que se usa para estigmatizar a las personas que tienen patologías siquiátricas y que jamás van a cometer un delito. Una especie de “entorno previsible” que nos asegura que una persona, para cometer tal atrocidad como un feminicidio, debe de estar loca.
(Carla Vali i Duran, criminalista española experta en derechos humanos y en el abordaje y prevención de violencias machistas).
La percepción reafirmada del feminicida enfermo mental lleva a argumentar que son casos aislados desde ámbitos familiares, invisibilizando y ocultando que, las conductas machistas, nacen de las relaciones desiguales de poder.
En nuestro país investigaciones establecen que no existe una relación entre las enfermedades mentales y las conductas violentas basadas en el género y ya en 2011, la publicación de la PGR, Factores Sicosociales en Hombres Internos por Feminicidio en el Nuevo Modelo de Gestión Penitenciaria en República Dominicana, del Dr. Luis Bergés y otros/as, realizado a 59 internos, perfila a los agresores, con 9 características particulares que corresponden totalmente a comportamientos machistas, entre ellas: personas controladoras que se sienten superiores a las mujeres y que justifican los abusos, que tienden a la dicotomía de los hechos confundiendo el amor con el abuso, posesivos y manipuladores, se esfuerzan por su imagen pública negando y minimizando sus actos.
Es decir que, quienes ejercen violencia contra las niñas y las mujeres -y el feminicidio es el último tope- son personas que han interiorizado las ideas machistas como una ideología de vida, con el poder de vida o muerte sobre las mujeres.
Se ha repetido muchas veces que, incidir en la contención de los feminicidios significa desmontar las prácticas, actitudes y conocimientos socioculturales que mantienen e incrementan estos crímenes y que eso, es tarea de todo el mundo, siendo un problema social.
Entonces, titulemos para desmontar y construir.