Nuestros problemas con Haití son ancestrales, toda vez que luego de la ocupación de la República por 22 años, hemos librado más de una docena de batallas para mantener la independencia lograda en 1844, conquista consolidada durante la Restauración, epopeya encabezada por la primera espada de Gregorio Luperón.
Sin embargo, hoy subsisten graves peligros para la soberanía nacional porque los haitianos se han apoderado de fracciones importantes del territorio, asentándose en diversos puntos geográficos.
Una inmigración ilegal incontenible, pues existen numerosos puntos fronterizos que carecen de vigilancia militar, y lo que peor aún, traidores dominicanos trafican con haitianos con la complicidad de los guardias que están en los retenes en las distintas carreteras de las regiones Sur y Norte, donde los vehículos trasladan hasta 30 haitianos en una sola unidad, lo que evidencia una total falta de controles migratorios y la complacencia de los miembros del Ejército, cuya tarea principal es salvaguardar la Patria, cada vez más amenazada por las hordas del país vecino.
No hay un día del año que los ilegales no causen daños a nuestro país, azotado actualmente por fuegos forestales y por la tala de árboles para fomentar el conoquismo y convertir en carbón los troncos y ramas de las matas de nuestros bosques que hoy están diezmados por las manos criminales de indocumentados que proceden de un país desértico, sin ríos ni vegetación, donde impera la anarquía y el caos sembrados por pandilleros fuertemente armados.
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Sobre el tema, nos envía una carta el ingeniero Francisco Osorio, dirigente del grupo Patriotas Dominicanos, la cual dice así: “Los dominicanos no podemos pasarnos todo el tiempo quejándonos y denunciando en las redes la inmensa cantidad de haitianos ilegales que hay en nuestras calles sin hacer algo contundente para detener esta invasión tan perjudicial para nuestra soberanía.
Si el gobierno no puede o no quiere buscarle solución al problema migratorio, el pueblo sí quiere y puede, ya basta de darle tanta larga al problema migratorio con los ilegales haitianos, que ya se ven en nuestras calles en la misma proporción o más que los propios dominicanos.
El amor de la patria nos hizo contraer compromisos sagrados para con la generación venidera: necesario es cumplirlos o renunciar a la idea de aparecer ante el tribunal de la historia con el honor de hombres libres, fieles y perseverantes. Entre los dominicanos y los haitianos no es posible una fusión. Juan Pablo Duarte.
A los traidores a la patria más les vale no haber nacido, porque si ahora no hay un régimen de consecuencias que les castigue en vida, aún después de muertos pagarán con el castigo del inexorable peso de la historia.
La soberanía y la libre determinación de los países es algo sagrado y eso se respeta. Ningún país del mundo por grande que sea puede tomarse el derecho de incidir y pautar en la política migratoria de otro país, sin importar lo pequeño que sea éste.