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General Pedro Santana mérito y gloria

General Pedro Santana mérito y gloria

Santana fue un diestro soldado de las milicias haitianas cuando Boyer estableció el servicio militar obligatorio.

El general Pedro Santana posee mérito y gloria para estar en el lugar que debe corresponderle a los grandes hombres y mujeres que entregaron la vida, lucharon incansable y conformaron el pensamiento político, ideológico, militar y cultural que fundamenta nuestra noción de independencia y nuestra identidad dominicana. Un hombre con más gloria y luces que sombras, fue un vencedor de la patria y un defensor de su independencia.

La familia Santana tuvo la capacidad moral, económica y patriótica de ser parte de las luchas independentistas. El Seibo es una ciudad heroica.

Fue uno de los primeros pueblos que participaron en los movimientos revolucionarios que lucharon contra Francia y se adhirieron a la proclama de la separación de Haití antes que sucediera el acto de fundación de la nación dominicana la noche del 27 de febrero.

El padre del general Pedro Santana, el cual lleva su mismo nombre, participó de los sucesos históricos, fue lugartenientes de Juan Sánchez Ramírez en el proceso de la Reconquista.

El mismo Juan Pablo Duarte, escoge a los hermanos Santana para que formen partes de su proyecto de independencia. Pedro Santana es un diestro soldado de las milicias haitianas cuando Boyer establece el servicio militar obligatorio. Fue un hombre de un profundo convencimiento militar patriótico, aunque nunca fue independentista, fue más bien separatista, porque sostenía que el territorio dominicano necesitaba de la ayuda extranjera para sobrevivir frente a las continuas embestidas de los poderosos vecinos, aunque terminó apoyando la independencia.

Consumada la independencia, como terminada cualquier contienda militar, el ambiente puede estar saturado de romanticismo, idealismo y patriotismo fanático. Es cuando se necesita una visión ideológica militar, económica patriótica que sea capaz de sostener el hecho consumado. Ante el hecho de la independencia, con una pobreza demográfica, una isla semidesnuda y semidespoblada por la constante zozobra del invasor se necesitaba una especie de tutela.

No es posible entender la vida, lo humano, lo social, lo político y lo cultural, acomodando la verdad histórica a sus criterios para alimentar el anacronismo y seguir propagando el odio, el racismo, mientras se olvidan del peligro y amenaza de la disolución de la nación.

Tumbo de la historia los que piensan que la independencia y separación no necesitan de ayuda ideológicas, políticas y económicas. Las grandes revoluciones y los desarrollos de los pueblos no se hacen ni se sostienen solas.

Después de la aniquilación de las tropas de Ferrand por parte de Juan Sánchez Ramírez, el héroe de Palo Hincado terminó gobernando con sentido de independencia y trinitario, buscó apoyo británico y su objetivo fue volver a España el país que los franceses querían para sí; y Núñez de Cáceres levantó el ideal de la independencia buscando acogerse en los brazos de la Gran Colombia.

Mientras la idea de independencia sigue desarrollándose por el espíritu y el convencimiento de Duarte. Buenaventura Báez, que es diputado ante el congreso haitiano, estando la isla bajo el dominio haitiano, impulsa el grupo de los afrancesados que conspiran para que sea Francia la que guíe y dirija la nueva nación que se intenta fundar. Báez cree que Francia es la solución y Santana, piensa que es España.

En el plan de los trinitarios y en el manifiesto que firmaron los independentistas duartianos estuvo presente la firma con sangre de los mellizos seibanos.

Santana es militar y hacendado que contribuye a la causa, además de tener un carácter arrogante, de espíritu bizarro que lo convierte en hombre respetado y temido, tiene los méritos para estar en el lugar que está.

El país en este momento crucial de la historia, en medio de una crisis sanitaria con un Gobierno de transparencia, moralidad y sostenibilidad democrática, que lucha y trata de reorganizar sus instituciones, recuperar el turismo, la economía y fortalecer la democracia no puede darse el lujo de estar entretenido en estos avatares definido por la historia.

Es el momento de buscar soluciones al problema dominico-haitiano, propiciando una reforma migratoria de respeto, tolerancia y legalidad. Lo que permitirá una sana convivencia, un mercado fluido y un tránsito regularizado. Haití no ha dejado de ser un peligro, su penetración pacífica pone en peligro la identidad y la dominicanidad en la disolución de lo que constituye nuestra dominicanidad.

Ricardo Fajardo
El autor es escritor.

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