Opinión

Gracias, señor Presidente

Gracias, señor Presidente

En un evento que organizara el Colegio de Periodistas para honrar a Don Juan Bosch, tuve la oportunidad de conversar con el ex presidente Fernández y contrario a mis costumbres, me esforcé en acercarme.

Me movía la preocupación por una posible condena al aborto terapéutico, continuando una ola conservadora que se había iniciado en Nicaragua, cuando Daniel Ortega negoció la anuencia del arzobispo Obando, famoso por sus posiciones contra el Frente Sandinista, prohibiendo el aborto terapéutico y condenando a las mujeres pobres con problemas de embarazo, o víctimas de violaciones, a una posible muerte segura.

Quería advertirle sobre la campaña de chantajes que había iniciado el sector político y religioso más conservador, contra una medida que protegía a las mujeres que podían morir de parto y las víctimas de violaciones.

“No me pidas eso, sabes que no puedo desafiar esas fuerzas”, si, replique, pero usted es el presidente de todos los dominicanos y dominicanas y no solo de un sector, por mas amenazante que sea”.

El resto de la historia ya la conocemos y las cifras de las muchachas que han muerto por el temor del personal médico a ser sancionado por la ley si les practicaban un aborto (en caso de hemorragias por malas prácticas, enfermedad o violaciones) nunca las conoceremos, pertenecen al ámbito de esos cuchitriles que se instalan en los sectores populares como “clínicas” y al dolor de los padres de las muchachas, o los hijos huérfanos de madres que no pudieron abortar cuando tenían que hacerlo.

Es por eso que la medida adoptada por el presidente Medina, de observar y devolver a Congreso Nacional la ley del Código Penal, en sus Artículos 107, 108, 109 y 110, del Capítulo del Proyecto que trata sobre el aborto terapéutico, me ha parecido seria y tan valiente.

Y es que, aunque podemos entender la posición del padre Rosario y su defensa de la familia y los valores familiares de la responsabilidad frente a la concepción, la realidad de nuestro país es que el embarazo en niñas y adolescentes es una desgracia nacional, al igual que la situación de la juventud pobre y marginal, sobretodo de las jóvenes madres solteras, que son mayoría. Y estos problemas no se resuelven con enunciados, sino reconociendo la realidad y actuando sobre ella.

De ahí que la educación sexual sea tan importante, sobretodo en el aspecto preventivo del embarazo y de ahí que exista una necesidad imperiosa de proteger a las madres que no pueden irse al exterior a resolver un problema de embarazo de alto riesgo.

Esperemos ahora que el Congreso entienda y apoye estas recomendaciones, de ello dependerá ganarse el agradecido corazón de las mujeres. Gracias, señor Presidente.

El Nacional

La Voz de Todos