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Grupo paramilitar Infundió el terror en la población

Grupo paramilitar Infundió el terror en la población

En enero de 1971 el presidente Joaquín Balaguer designó al general Enrique Pérez y Pérez   jefe de la Policía Nacional y meses después surgió un grupo terrorista que se identificó popularmente como “La Banda”. En los inicios su radio de acción se concentró en los barrios Villa María, Villa Juana y Villa Consuelo, de la Capital.

La primera acción de estos vándalos se registró el Viernes Santo de 1971, que cayó en abril, hace ahora 40 años,  cuando asaltaron la Iglesia Sagrado  Corazón de Jesús, de Villa Juana, fechoría que mereció el rechazo unánime de la población.

Los integrantes del grupo eran jóvenes “revoltosos” de esos sectores que cuando la Policía no los tenía retenidos los andaba buscando.

La Policía los identificaba  como “cabezas calientes” o como miembros o simpatizantes de organizaciones de  izquierda, principalmente del Partido Comunista de la República Dominicana (Pacoredo), de tendencia maoísta.

 Los jóvenes  que antes eran “peligrosos” para los  agentes policiales y   los servicios de inteligencia  recorrían los barrios donde habían nacido y  crecido haciendo movimientos provocativos y portando armas de fuego en forma ostentosa y cometiendo acciones vandálicas en   las cuales, la mayoría de las veces, eran auxiliados por  agentes policiales.

La reacción de las organizaciones políticas y sociales y  los medios de comunicación no se hizo esperar   tan pronto  se divulgó   la noticia de que la Policía   reclutaba    jóvenes “cabezas calientes” o “revoltosos” para que persiguieran a sus compañeros de la izquierda.

Cuando las atrocidades del grupo  alcanzaron repercusión   internacional  los patrocinadores o promotores trataron de ocultar su existencia con la formación de un movimiento llamado Juventud Democrática Anticomunista Reformista, pero el pueblo siguió identificando a los fascinerosos como  “La Banda”

Los vándalos recibieron revólveres,  pistolas y armas de alto calibre para que materializaran sus fechorías en barrios, planteles escolares, sindicados y  en locales de organizaciones contrarias al gobierno. Además, disponía de una flotilla de vehículos  con  placas oficiales, que posteriormente fueron cambiadas por chapas privadas ante las insistentes denuncias de los medios de comunicación. Además, portaban identificaciones que los acreditaba como “buenos amigos de la Policia y las FF.AA”

Como jefe  militar de La Banda los medios señalaron al teniente de la Policía Oscar Nuñez Peña, que con frecuencia recorría los barrios  capitalinos observando las operaciones del grupo. Meses después el oficial se suicidó de un disparo a la cabeza.

Las acciones delictivas del grupo comenzaron a disminuir  luego de que tratara de extender sus operaciones a San Cristóbal, donde el comandante  Manuel Lachapelle Suero, coronel del Ejército, los  apresó a  y  los hizo trasladar a Santo Domingo. 

Este  general sería luego  jefe del Ejército y  de   la dirección   de Drogas.

El presidente Balaguer  siempre evadió  la responsabilidad  del   gobierno en los actos criminales de La Banda y los atribuyó a “sectores incontrolables del oficialismo y a la sublevación de núcleos de la izquierda”.

APUNTE

El fin de La Banda

El grupo paramilitar fue desarticulado por el jefe policial Neit Nivar Seijas, tras un conflicto interno con el b general

Enrique Pérez y Pérez. El presidente Balaguer autorizó desmantelar el grupo.

El Nacional

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