Opinión Editorial

Hace 40 años

Hace 40 años

El Gobierno inició los diseños para acceder a una nueva fuente de abastecimiento de agua potable para el Gran Santo Domingo, cuya obra de toma serían la presa de Don Juan, en Monte Plata, el antiguo proyecto Madrigal, en Haina, o la presa de Hatillo, en la provincia Sánchez Ramírez.

Se trata de un proyecto bajo estudio desde hace 40 años, cuando se quiso ejecutar el proyecto Madrigal, que represaría el río Haina para abastecer de agua al Distrito Nacional, obra que no pudo concretarse por la confrontación entre gobierno y Congreso, ambos controlados entonces por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD).

El presidente Luis Abinader anunció que el Gobierno llamará a licitación pública para la construcción de la obra sobre una de las tres posibilidades, aunque expresó que la más conveniente sería la presa de Hatillo, cuyo objetivo sería abastecer al acueducto de Santo Domingo con una cantidad adicional de agua de cinco a diez metros cúbicos.

El uso y consumo de agua se incrementa exponencialmente en la medida en que aumenta la población y se expanden las construcciones de edificaciones verticales en la capital y la provincia de Santo Domingo, razón por la cual urge elevar la oferta del líquido para abastecer la creciente y sostenida demanda.

Aunque el mandatario adelantó que para finales de año se concluiría el Acueducto Barrera de Salinidad, que aportaría unos seis metros cubicos de agua, se requiere construir la presa y obra de toma que garanticen caudal suficiente para suplir las necesidades de casi cuatro millones de habitantes del Gran Santo Domingo.

Tiene razón el economista y agrónomo Frank Tejada, en sugerir al Gobierno el reinicio de la construcción de presas y embalses en distintas regiones del país para conjurar déficit, suplir demandas de agua para uso potable, de riego, generación eléctrica y para contener desbordamientos de ríos.

Además de la presa de Monte Grande, que abastecería de agua a la región suroeste, se requiere construir presas sobre los ríos Artibonito, Soco, Chavón, Yaque del Norte, Isabela, Dajabón, Nizao, Alto de Yuna, Ámina, Nazaito y La Gina, entre otros caudales.

Desde el fracaso del proyecto Madrigal, hace 40 años, los gobiernos no han cumplido con el ritmo requerido de construcción de presas y embalses, por lo que no sería justo que se perdieran otras cuatro décadas sin construir obras hidráulicas requeridas para garantizar la producción de agua que requieren la vida y el desarrollo.

El Nacional

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