Santo Domingo.-La población de Haití se mantiene a la expectativa sobre qué pasará luego que finalice la tregua de una semana otorgada por grupos armados que controlan amplias zonas de la vecina nación, para que el país se supla de combustibles, necesario para la operatividad de la nación vecina.
La tregua fue anunciada el pasado viernes por el líder del grupo G9, Fanmi e Alye, Jimmy Chérizier, mejor conocido como “Barbicue” (parrilla en francés), cuyo plazo deberá vencer este viernes.
Tras el anuncio de la tregua, la población haitiana salió a las calles para tratar de abastecerse de alimentos, medicinas y combustibles, ya que hacia Haití, el país más pobre de América, no estaban entrando mercancías, debido a los secuestros perpetrados por grupos armados.
“Esperamos que la situación mejore, porque en el caos las cosas no pueden funcionar bien”, dijo un empresario de esa nación a un periódico local.
La mayoría de los productos que se consumen en Haití son exportados desde República Dominicana, con cuyo país la vecina nación tiene un intercambio comercial que ronda los 840 millones de dólares al año.
La inestabilidad política y la pandemia de covid-19, que inició en el 2019, han mermado el intercambio comercial entre los dos países, ya que en el pasado el mismo llegó a mover hasta mil millones de dólares al año, según datos de la Dirección General de Aduanas.
República Dominicana vende a Haití, además de alimentos, materiales de construcción, entre los que figuran varillas, cemento, tubos plásticos y alambres para instalaciones eléctricas.
Además del comercio legal, existe un intercambio de mercancías que se realiza de manera irregular, del cual las autoridades de ambos lados de la frontera no tienen ningún tipo de control.
En muchos centros comerciales haitianos se pueden observar productos procesados y cultivados en la República Dominicana, que a su vez, tiene una gran dependencia de mano de obra ilegal de ese país.
Haití, un país devastado por terremotos y fenómenos atmosféricos, padece una aguda crisis económica y social, que cada día se agrava, mientras la comunidad internacional da la espalda al problema.
