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Imposición del mesianismo político

Imposición del mesianismo político

Por: Andrés Fortunato Victoriá
andresfortunato48@hotmail.com

Nuestra nación, a pesar de los 178 años de vida “republicana”, ha vivido marcada por la imposición del mesianismo político, sobre la democracia institucional. Todavía hoy, salvo honrosas excepciones, nuestros líderes políticos siguen al pié de la letra aquella sentencia del Rey XIV: “El Estado soy yo”. Cada presidente ha querido “su Congreso”. La gran mayoría ha entendido que han sido predestinados para gobernar, por eso han dejado a un lado el mandato de la Constitución y las leyes, desde Pedro Santana hasta casi nuestros días.

El mesianismo es un nefasto mal histórico que puede definirse como “la confianza en un futuro mejor y en la solución de problemas sociales mediante la intervención de una persona en la que se pone una confianza absoluta”. Éste centraliza y niega  oportunidades de participación a otros líderes, que, al complementarse uniendo sus potencialidades, darían soluciones más profundas, amplias, participativas y consensuadas, a los grandes males de una nación.

Este mal se mantiene mediante una combinación de la ignorancia cívica y el clientelismo que se sostiene con el soborno a los seguidores con recursos provenientes de la corrupción y la impunidad. De ahí, que mientras haya mesianismo, como estilo predominante de gobierno, habrán corruptos, corrompidos y corruptores.

Es por eso que sostenemos,  que para poder combatir con relativo éxito el mesianismo, es urgente que nuestra democracia se desarrolle fuerte y todas sus instituciones funcionen conforme a normas preestablecidas por la Constitución y las leyes, a través de partidos políticos organizados conforme a nuestro ordenamiento jurídico, los cuales  sostengan un proceso sistemático y permanente de educación cívica, ética, patriótica y de conocimiento del manejo del Estado, como muy bien lo establece la Ley No.33-18 de Partidos, Agrupaciones y movimientos políticos en su art. 34.

Todo el pueblo dominicano debe saber que la ignorancia cívica de la población es la principal aliada del mesianismo político y la peor enemiga de la democracia y la transparencia. Todos debemos exigir que el art.34, antes citado, se cumpla, ya que para su aplicación, la misma Ley acuerda que de los fondos que el Estado dona a los partidos, no menos de un 10 % debe ser empleado en la educación de los miembros de los partidos.

Es importante que manejemos el contenido del antes mencionado art. 34, el cual señala que: “El objeto de la educación política es formar ciudadanos con profunda vocación de servicio al país, dotados de la necesaria competencia y convicción democrática para el desempeño de las funciones públicas”. Añadiendo en su único párrafo, que “Los partidos políticos están en la obligación de contribuir a la formación política y al adiestramiento técnico de los ciudadanos en los asuntos de Estado, a la instrucción de sus integrantes en la ideología partidaria y a la difusión de los valores cívicos y patrióticos”.

Es tanto el interés de esta Ley por motivar la educación e institucionalización de los partidos, que en sus considerandos uno y tres establece, respectivamente, “Que los partidos, agrupaciones y movimientos políticos, son asociaciones  fundamentales e indispensables del sistema democrático”. Y “Que la sociedad dominicana demanda una mayor calidad del sistema democrático y del ejercicio político que le concierne, para lo que se requiere del fortalecimiento institucional de los partidos, agrupaciones y movimientos políticos del país, transparentando su accionar, haciéndose más incluyentes, logrando una mejor y más amplia participación de la ciudadanía, y propiciando una práctica política consecuente con los principios, los valores y la ética que resultan esenciales al sistema democrático”.

El mesianismo niega ese mandato de la ley. A los líderes mesiánicos, ni mucho menos a sus seguidores serviles les importa un bledo lo que digan las leyes y nuestra Constitución, la cual es clara cuando señala en su art. 216, que los partidos deben sustentar “su conformación y funcionamiento en el respeto a la democracia interna y la transparencia”. Esto jamás se cumple.

Bueno, sin más argumentaciones, tenemos que quedar bien claros: Terminemos con la imposición del mesianismo político sobre la democracia institucional: ¡Ahora! o mañana será muy tarde.

El Nacional

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