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Incesto, calamidad dominicana

Incesto, calamidad dominicana

En los 16 días de activismo a partir del 25 de noviembre, con la campaña “ÚNETE de aquí al 2030 para poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas”, hoy toca hablar del incesto, una verdadera calamidad en nuestro país.

Es pertinente que se sepa sobre las costumbres sexuales de la masculinidad hegemónica dominicana para poder organizar una verdadera prevención de crímenes por violencia machista en este país, porque, definitivamente, la violencia contra las mujeres y las niñas, es un problema grave de los hombres que sufrimos las mujeres.

En el caso del incesto, definido penalmente como todo acto de naturaleza sexual por un adulto mediante engaño, violencia, amenaza, sorpresa o constreñimiento a un niño, niña o adolescente con quien tuviera lazos de parentesco natural, legítimo o adoptivo hasta el cuarto grado o por lazos de afinidad hasta el tercer grado, la acción, es una palabra oculta la mayoría de las veces o sustituida, otras tantas, por “abusos sexuales a menores”.

Descubrirlo es difícil: no hay daños físicos aparentes ni síntomas sicológicos diferenciados, todo se presenta bien calculado en el tabú del sexo y el escándalo social, por eso el silencio del entorno que se vuelve en protección al agresor y tortura a la víctima.

Para octubre de 2018, el vocero de la Dirección Central de la PN, decía públicamente que la mayoría de las personas apresadas por el cuerpo represivo a raíz de abusos sexuales, lo eran en realidad, por incesto, sosteniendo que la mayoría de los arrestos eran padres, padrastros, hermanos, abuelos, tíos y otros parientes y que las víctimas eran principalmente niñas y adolescentes entre 2 y 17 años.

Además, entre enero de 2018 y junio de 2019, la Procuraduría General de la República registró 525 incestos, es decir 29 casos por cada mes, 1 caso por día. Y esto es muy grave, con sobrados méritos para que el Estado administrado y pagado por la ciudadanía, deba obligarse a investigar qué clase de vida se les está dando a las niñas y adolescentes en este país.

Las consecuencias del incesto son emocionalmente demoledoras y físicamente, también: embarazos terminado, abortos promovidos por los propios padres a sus hijas menores, niñas y adolescentes en el ejercicio de la prostitución y tantas más tragedias provocadas por la sexualidad retorcida de los masculinos violentos dominicanos.

Hay sobrados ejemplos de personajes violadores incestuosos reconocidos, pero centuplican en número los que están callados, protegidos por una sociedad adocenada y dominada por el miedo y la culpa.¡Es una calamidad!.

Por: Susi Pola
susipola@gmail.com

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