Opinión Editorial

Invasión USA

Invasión USA

Hoy se cumplen 60 años de la segunda de la segunda intervención militar de Estados Unidos a República Dominicana que mancilló durante un año y cinco meses irrenunciables principios de independencia y soberanía heredados de Juan Pablo Duarte y demás fundadores de la nacionalidad.

Esa invasión, que comenzó el 28 de abril de 1965 con el ingreso a Santo Domingo del Cuerpo de Marines, y se prolongó hasta el 21 de septiembre de 1966, fue ordenada por el presidente Lindon B. Johnson, con el argumento de que la revuelta del 24 de abril de ese año estaba liderada por comunistas.

La intención de ese abuso imperial fue impedir el retorno al poder del profesor Juan Bosch, derrocado por un golpe de Estado cívico-militar el 20 de septiembre de 1963, aunque Johnson lo justificó con el alegato de que procuraba proteger la seguridad interior de Estados Unidos y garantizar vidas de estadounidenses.

El 29 de noviembre de 1916, presidente Woodrow Wilson ordenó la primera ocupación militar contra la patria de Duarte, que se extendió hasta 1924, con el alegado propósito de estabilizar el país y garantizar el pago de la deuda pública, aunque también creó las condiciones para el advenimiento de la dictadura de Trujillo.

La insurrección del 24 de abril de 1965, que estuvo a punto de reinstalar el gobierno democrático derrocado dos años antes, se convirtió cuatro días después en una guerra patria que junto a la otra invasión de Estados Unidos a Vietnam desató unánime repudio mundial.

Graves crisis políticas y económicas, junto a la intención de Washington de garantizar hegemonía sobre República Dominicana en un contexto geopolítico de guerras y conflictos a nivel global fueron causas comunes para la ocupación militar de Estados Unidos de 1916 y su intervención de 1965.

Atrincherados en unas cuantas decenas de kilómetros cuadrados, miles de combatientes, civiles y militares, ofrecieron indescriptible lección de valor y heroísmo al enfrentar a las tropas invasoras, lo que determinó admiración y respeto de la comunidad internacional hacia el pueblo dominicano.

Una nación agradecida rinde hoy tributo a los patriotas que cayeron en defensa de la soberanía nacional ante un ejército invasor que nueva vez agredió la honra de una nación, cuyo fundador proclamó que mil veces podría ser destruida, pero jamás volvería a desempeñar el papel de sierva de ninguna nación extranjera, llámese como se llame.

El Nacional

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