QUINTAESENCIA

¿Juez imparcial?

¿Juez imparcial?

Rafael Ciprián

La imparcialidad del juez es uno de los mitos mejor construido y de mayor importancia en la administración de justicia. Como todo mito, tiene el objetivo, por una parte, de alterar las verdaderas cualidades del juez. Y, por la otra parte, busca apuntalar el sistema jurídico como justo. Son muchos los que permiten que los sigan durmiendo con cuentos.

 Los mitos siempre poseen una tremenda carga narrativa. Esto les da una apariencia de veracidad. Y como la mayoría renuncia, por irresponsabilidad, o la castran, por razones políticas, del ejercicio del criterio, de la capacidad crítica y del pensar esos mitos se señorean en la cultura. Pero no por eso dejan de ser falsos y meras historietas.

 Ahora bien, hay que admitir que la vida está llena de mitos. La sociedad humana se fundamenta en ellos. Por esos mitos se cohesionan las personas y sobreviven como colectivos, naciones o países.

 Las creencias están formadas por mitos. Unos son necesarios, porque nos ayudan a vivir en armonía con nosotros mismos y con los demás. Otros mitos son indeseables, en razón de que solo sirven para que nos manipulen, nos cosifiquen y nos roben nuestra condición de personas.

El buen sentido de la racionalidad, de la criticidad, nos lleva a afirmar resueltamente que ningún juez, como ningún ser humano, es ni puede ser imparcial. Esto es un caramelo para tontos útiles.

Si el juez fuera imparcial estaría privado de la condición humana. La imparcialidad no existe en las personas. Aristóteles, el gran sabio griego, lo sabía y por eso aseveró que toda persona es un animal político. Vive y muere dentro del ámbito de un Estado y asume o combate las condiciones económicas, sociales, políticas, jurídicas, culturales e ideológicas que mantienen a ese aparato público.

Ciertamente, así es. Por tanto, el juez que se cree y dice que es imparcial o es un pobre ignorante con cargo oficial o es un cínico sin remedio.

Para comprobar esa verdad, basta con saber que el juez tiene, consciente o inconscientemente, una cosmovisión. Esto es, un modo de ver el mundo y su sociedad. Y al resolver los conflictos de que es apoderado hace la crítica de los hechos alegados y el derecho aplicado. Así le da la razón a una parte litigante y, por tanto, le niega la razón a la contraparte. Lo que muchos jueces deben saber es que toda crítica se basa en una teoría y toda teoría expresa una ideología.

Además, el juez está obligado a aplicar el ordenamiento jurídico de su sociedad. Y la sociedad no es homogénea. Está dividida en clases sociales. Las clases dominantes o gobernantes son las que imponen el derecho que aplica, que es un instrumento político.

El juez nunca es imparcial. Solo puede ser objetivo. Y si constitucionaliza los procesos, dulcificará sus decisiones.