El licenciado Cándido Martínez es un lector tan constante de esta columna que se ha ganado el derecho a sugerir la repetición de un tema antes tratado. Él ha sugerido abordar la normativa referente al empleo de la /y/ entre dos apellidos. Se recomienda el uso de la conjunción cuando el primer apellido es uno de aquellos que también fungen como nombre: Jorge, Marcial, Julián, Rosa, Francisco.
De ahí la pertinencia de que el hoy fallecido presidente del cuatrienio 1982-86 se presentara como Salvador Jorge y Blanco, para que las agencias internacionales de noticias no lo identificaran por su segundo apellido: Blanco. Lo mismo pudo hacer su hijo (QEPD), Orlando Jorge y Mera y su nieto Orlando Jorge y Villegas, pero ninguno empleó el citado recurso para precisar que Jorge es su primer apellido.
Tampoco lo hizo el sacerdote Rafael Marcial y Silva, razón por la que muchos aún lo mencionan con su primer apellido como si hubiese sido su nombre. Un líder religioso que sí gusta de la /y/ entre sus apellidos, sin que le sea requerido, es Ramón de la Rosa y Carpio, arzobispo emérito de Santiago, aunque higüeyano.
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De su lado, otro higüeyano ilustre, mi amigo como el anterior, se niega a esa forma de diferenciar el apellido con respeto al nombre, pese a serle favorable. Hablo del intelectual Rafael Julián y Cedano, quien además le aconseja a su hijo Michel Julián y Castillo no recurrir a esta práctica, la cual evita que un apellido sea incluido como nombre, cual lo hizo Santiago Ramón y Cajal (1852-1934), médico español, considerado el padre de la neurociencia.
Es válido colocar la conjunción /y/ entre el primer apellido y el segundo para impedir confusiones que en algún momento pueden ser perjudiciales. A un hombre cuyo primer apellido es Ramón le encaja el empleo de la /y/ antes del segundo: Juan Ramón y Peña. Por igual, una mujer apellidada Rosa o Altagracia, si quisiera agregar su apellido materno, debe añadir la conjunción: Ramona Rosa y Martínez; Rosa Altagracia y Quiñones.
Quienes lleven como primer apellido alguno de los contenidos en esta lista, pueden -o quizá deben- valerse de /y/ para precisar que se trata de apellido y no de nombre.
Alba, Bruno, Bolívar, Cruz, Javier, Mauricio, Antonio, Altagracia, Camilo, Elena, Helena, Rosa, María, León, Cruz, Armando, Román, Ramón, Santos, Rosario, Augusto, Amparo, Basilio, Alfonso, Alonso, Carlo, Olivo, Nelson, José, Jorge, Mateo, Martín, Jerónimo, Evangelista, Bautista, Víctor, José, Félix, Belén, Vidal, Domingo, Hernando, Candelaria, Paulino, Crispín, Nicolás, Valentín, Magdaleno, Rudecindo, Isabel, Quintín, Belisario, Ventura, Benjamín, Matías, Reyes, Guillermo, Gil, Mariano, Alberto, Miguel, Marcial, Claudio, Leonardo, Santiago, Jaime, Julián, Justo, Eduardo, Luciano, Felipe, Benito, Pilar, Eusebio, Francisco, Pablo, David, Ricardo, Joaquín, Remigio, Vicente, Hungría, Roque, Lorenzo, Fulgencio, Toribio, Salvador, Silverio, Severino, Blanco, Gerónimo, Ciriaco, Gerardo, Marcelino, Miguel, Catalino, Casimiro.
Para evitar que un apellido sea incluido como nombre, se recomienda colocar la conjunción /y/ entre el primer apellido y el segundo. Ejemplo: Leonardo Mauricio y Amparo; Antonio Ciriaco y Cruz, Sigmund Freund y Mena.
Dado que algunos nombres, como los señalados precedentemente, fungen como apellidos, se justifica, incluso, unir con guion nombres de pila compuestos si alguno de ellos es propicio para confundirse con un apellido: José-María, Juan-Toribio, Juan-Bolívar, Jaime-David. En lengua francesa es muy común este uso: Jean-Marie, Jean-Jacques…
Para terminar, conviene recordar una puntualización de carácter ortográfico en torno a nombres y apellidos: “Por regla general, los nombres propios deben someterse a la ortografía de la lengua a la que pertenecen” (Ortografía de la lengua española, RAE y ASALE, 2010, pág. 626).
El empleo de la /y/ entre los apellidos no es cuestión de puro gusto, es normativo.