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La grandeza de Pablo Neruda

La grandeza de Pablo Neruda

Se propuso Pablo Neruda ser el gran poeta que marcara el paso de su propia creación in crescendo? A partir de ir fraguando sobre la marcha su Canto General, siete años antes de su publicación en 1950, apareció una muestra de su poesía en una selección de sus libros hasta ese momento publicados en Chile. La selección de Arturo Aldunate, crítico chileno, de la editora Nascimento, 1943.

Martin Heidegger afirma en Del camino al habla (Ediciones del Serbal-Guitar, 45, España, 1979). “Todo poeta, poetiza sólo desde un único poema”-¿Poetiza Pablo Neruda desde un solo poema?-. Heidegger continua: “La grandeza se mide por la amplitud con que se afianza a este único Poema y que hasta qué punto es capaz de mantener puro en él su decir poético”. Es posible que la afirmación anterior de Heidegger le pase por arriba a la totalidad de la obra nerudiana, con sus “altas y sus bajas” y su único Poema sea su obra total.

A la vastedad se le aborda por parte. Por una desembocadura y desde ahí arrimarse a una corriente y tratar de ir a la deriva hasta terminar en la orilla. Cada lector hace lo mismo con el creador que es de su complicidad, que es de su gusto y a partir de la experiencia intima de complicidad lector-creador, va desenredando el lado más oscuro y personal, con la lectura, transformándolo en claroscuro.

Todo arte es empatía espiritual. Empatía del instante lector-creador. Es lo que podría suceder con Pablo Neruda (1907-1973), chileno de nacimiento y universal por lengua.  De ahí su vastedad de continente, ¿perdido?, no.

Neruda, consciente de su dimensión, la poesía lo hacía más humano para la angustia y la alegría de la vida, satisfaciéndole solo el cultivo de la poesía, en el tiempo circular, para dimensionarse como hombre. Cuando se tiene la dimensión de un Pablo Neruda en la creación poética, no se puede ser juez y parte sin el riesgo de perder vastedad y comunicación con su tiempo. Sus mares y océanos internos lo comunicaban con todo, casi rayando lo humilde como hombre y lo que le atañe a serlo.  Ser y no ser en un poema y adquirir la estatura de la embriaguez en el poema.

Las palabras preliminares a guisa de prólogo, Arturo Aldunate resalta: “Este es un poeta a pesar de sus defectos, a pesar de sus aguas turbias y de sus frutos sin sazonar. La corriente de su impulso y de su verdad interior es más poderosa que él y lo levanta y lo define”. En esas ponderaciones esgrimidas están el germen, la semilla de las obras poéticas nerudianas en futuro y parte de la crítica que se le haría, sin percibirse que en esas posibles “fallas” era lo que lo iba haciendo vasto, telúrico, íntimo y provocadora la sensibilidad del lector.

Neruda crecía como hombre en sus intereses materiales y espirituales al mismo tiempo que su obra, comprendiéndose y comprendiendo su mundo, el mundo que le tocó vivir. Su universo escritural en la poesía crecía (no de igual intensidad), su rechazo se hacía selectivo, pero no afectaba en nada su creación, ésta estaba por encima de todo, pues estaba al servicio de la vida, a la diversidad, para tocarlo todo, cual sea el tema y darle su sello personal. Su marcha de ola, para mojarlo todo hace que toda su búsqueda se resuma: “Si me preguntan dónde he estado/debo decir “Sucede”. Todo su devenir en poesía es ese “Sucede”.

Sucede en la vastedad de su imaginación telúrica, erótica, dolida de sí misma en todas sus contradicciones de hombre de su tiempo.

Para vivir la poesía nerudiana hay que sentirla como una aventura de perdido en lo telúrico, en la vida, en el canto a la tierra y sus menudencias trascendentales. Su Poema único es la vastedad que le era dada por la vida, por el asombro, por la maravilla de la palabra poética en sus metáforas incendiarias como fuego fatuo, como alas de ave fénix.

No escribir como Neruda, ni como otros poetas, sino sentir la vida, la palabra, su geometría cósmica, comprometerla como hombre en todo que da vida y tiemble. No es el único poeta con esas cualidades trascendentes, pero sí puede ser el único que se pueda leer como vastedad, como si fuera un cuerpo astral en sus fases sucesivas de rupturas inconsciente con el misterio del canto. Todo poema nerudiano es renacimiento del vivir.

Amable Mejía amablemejía1@hotmail.com

El autor es escritor.

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