Carta de los Lectores

La pastoral

La pastoral

Cartas

La iglesia católica, en su última pastoral, pone el dedo en la llaga al tratar sobre los problemas sociales del país. Retoma el paso en la defensa de los pobres y los excluidos. Se notaba cierta indiferencia en los comunicados de la Conferencia del Episcopado Dominicano.

Esa debe ser la postura de la iglesia católica. Las injsticis sociales no se deben permitir, ni deben perjudicar a los más necesitados, a los marginados sociales, a los que están fuera del  sistema, y padecen en carne viva la opresión del hambre.

Una de las principales violaciones a los derechos humanos ocurre con el hambre que padecen miles de dominicanos.

El que no tiene recursos para mitigar sus necesidades alimenticias, vende su conciencia  por una funda conteniendo alimentos.

Hay que acabar con las injusticias sociales, las violaciones a los derechos humanos, la posesión irregular de la tierra, y fijar como metas el derecho a la vivienda, al estudio, a la vida.

El conservadurismo de la iglesia católica le hace estar en ocasiones de espaldas a esta situación, y ello tiene justificaciones.

El que trata de salvar almas para la eternidad, también tiene que tener conciencia de hacia dónde va la vida terrenal de su feligresía.

El país está viviendo una etapa difícil,  donde crece la marginalidad social, lo cual se manifiesta en la ola de delincuencia, y la gran cantidad de jóvenes que llenan las cárceles dominicanas.

La mejor prevención del delito, es mejorar las condiciones de vida de los sectores que están de espaldas al sistema.

Nadie mejor que los integrantes de la Conferencia del Episcopado Dominicano  para  llevar adelante esta tarea.

La iglesia tiene curas en todos los rincones del país, lo cual le hace fácil preparar un mensaje de redención, de acuerdo a las necesidades de la mayoría.

Si pecan los obispos de ser conservadores, y evitar por todos los medios de señalar culpables y responsables de las grandes desigualdades sociales que  hay en el país.

A veces hay que señalar con el dedo y dar un puñetazo en la mesa, y no caer únicamente en las motivaciones filosóficas.

Preocupaciones con las pastorales de los últimos años. Los obispos en esta ocasión no han volteado la cara, sino que dan un paso adelante, mortificados por el devenir de la vida de los excluidos..

Manuel Hernández Villeta

El Nacional

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