Con motivo de un regalo que me ha hecho esta semana la Sociedad Dominicana de Bonsái, he procurado las ventajas singulares que tiene el cultivo de este arte.
El arte del bonsái se originó en China hace unos dos mil años, en donde se conoce como Penjing, como objeto de culto para los monjes taoístas. Para ellos era símbolo de eternidad, el árbol representaba un puente entre lo divino y lo humano, el cielo y la tierra

Es una disciplina que combina elementos de la jardinería con los de artes como la pintura y la escultura. Consiste en cultivar árboles y arbustos en macetas y controlar sus dimensiones por medio de técnicas como el trasplante, la poda, el alambrado o el pinzado, de forma tal que se mantengan de un tamaño mucho menor al que alcanzarían en circunstancias naturales.
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Entre sus ventajas se encuentran que relaja y reduce el estrés. Como toda tarea que implica atención y concentración, permite desconectarse del ajetreo de la vida cotidiana y bajar los niveles de estrés y ansiedad, con sus consecuentes beneficios para el sistema circulatorio, el estado de ánimo y el bienestar general.
Fomenta el gusto estético: fomenta el placer mientras se trabaja con ellos, en busca de darles la mayor belleza; por el otro, el resto del tiempo, cuando forman parte de la decoración del hogar.
Ayuda a conectarse con la naturaleza. Mejora la calidad del aire. Está comprobado que algunas plantas contribuyen con la purificación del aire en el interior de los hogares.
Estimula la percepción, la paciencia y la creatividad.
Eleva la autoestima, al lograr los resultados esperados (la belleza congelada en sus dimensiones de los árboles tratados) el orgullo que experimenta el bonsaista, es extraordinario.
Agradezco a Víctor Liriano, dirigente de la Sociedad Dominicana de Bonsai y representante en el país de la Federación Latinoamericana y Caribeña de Bonsái por su gesto.