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Libre pensar

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¿Debe ser juzgado Danilo Medina?
(I)

El domingo 20 de mayo de 2012 voté por el candidato presidencial Danilo Medina, cautivado por un discurso realista y sincero, especialmente en la fístula de la corrupción, pero no así en el 2016. A raíz de despedirse del solio palaciego, en el 2020, condómines de una torre del malecón me saturaron con informaciones sobre su comportamiento, que me dejaron estupefacto y tan sumergido en la duda que opté por no publicarlas. Ahora las imputaciones del Ministerio Público me obligan a formular la pregunta: ¿debe ser interrogado…?.

Con la más noble intención, le aconsejamos públicamente que súbditos señoriales aprovechaban la intimidad y confidencias para defraudar.

En un artículo titulado “La afectividad presidencial”, publicado en El Nacional (16 de julio del 2019), advertíamos que la complacencia del mandatario yugulaba en la desventura-desdicha y que, por ese querer-agradecer-complacer, algunos jefes de Estado han concluido en ergástulas y en el zafacón de la historia.

Extrañado o no, sobrecogido o no, el lobo ha llegado… Las campanas replican, con un sonido tenebroso y sombrío, y sus destellos cruzan, en una pendiente enjabonada, por el ombligo de Danilo Medina. Son seis las operaciones (Antipulpo, Medusa, Caracol, Larva, Coral, Coral 5G y Operación 13) desplegadas diestramente por la PEPCA, que se enrollan en la cabeza y los pies del exgobernante.

En los más de 178 años de historia republicana no tienen parangón los allanamientos, arrestos, ocupaciones de propiedades, elementos de pruebas y las medidas de coerción, como las prisiones preventivas y domiciliarias, que en más de 100 imputados dejan sombras necrológicas en los linderos de lo “tristefunestoangutioso”.

Más espinosas y pesadas no podían ser las acusaciones: desfalco contra más de 20 instituciones del Estado, falsificación de documentos públicos, múltiples procesos de compras simulados, lavado de activos, tráfico de influencias, enriquecimiento injustificado, cohecho, soborno, prevaricación, concusión, complicidad para las estafas, transacciones fraudulentas, financiamiento ilícito de campañas electorales y otros delitos de cuello blanco.

Como jefe de familia y de gobierno, ¿no conocía Danilo el más mínimo trámite oficial de sus hermanos y subalternos?, ¿Por qué sólo en el expediente Antipulpo es mencionado 90 veces?, ¿Por qué tantas omisiones y negligencias en la sustracción de fondos del patrimonio público?, ¿tienen o no valor jurídico, como cuerpo de delitos, las confesiones incriminatorias de Pagán y otros ex funcionarios oficiales? Y ¿Serán descalificadas más de mil pruebas…?
¿Instruyó para certificar los contratos a favor de Alexis? Y ¿existen registros en agencias internacionales?
Por corrupción, lavado de dinero, enriquecimiento ilícito y otros cargos judiciales más de dos docenas de ex presidentes Latinoamericanos han sido juzgados, arrestados y sentenciados. ¿Puede ser Danilo Medina la excepción? ¿Retaliación y persecución? Ya son argumentos defensivos manidos, destruidos por denuncias mediáticas y de fiscales.