Articulistas Opinión

Libre pensar

Libre pensar


Diálogo comprensivo, no 107 muertos/500 heridos
El estallido social en los barrios carenciados dejó, el 23, 24 y 25 de abril de 1984, una lacerante y lamentable estela de 107 cadáveres, 500 heridos y 6 mil arrestados. Los conté, como reportero/testigo presencial, y cargué con agonizantes hasta hospitales ¿Y qué pasó? Hubo saqueos e incendios en protesta por los incrementos escandalosos de artículos de alto consumo.

No de la izquierda ni de la derecha, ese levantamiento emanó espontáneamente de la indignación facturada por los acuerdos suscritos entre el gobierno del presidente Salvador Jorge Blanco y el Fondo Monetario Internacional (FMI), en el hastío de la pobreza, que arropaba al 47.3% de la población.

El 23 y 24 de abril no cesaron los movimientos y reuniones de los altos mandos de los uniformados, dirigidos por el secretario de las Fuerzas Armadas, teniente general Ramiro Matos González, y el jefe de la Policía, mayor general José Félix Hermida González. Los recuerdo en trajes de campaña.

Esos acaecimientos son recogidos por este autor en la obra “Poblada y matanza (1984). Tres días de protestas y otros relatos”, en la que anexamos, para reforzar la memoria histórica, los nombres de los 107 asesinados con fusiles calibres M16, R15 y Fall, por militares y policiales.

A cuatro décadas de esos sucesos desgraciados y lastimosos, elevamos cinco plegarias: 1) rogar para que no se subestime el vigor oculto comunitario, porque la poblada se empadronó por falta de comunicación recíproca del gobierno; 2) suplicar porque estas aniquilaciones no se repitan, 3) señalar que fue un movimiento esporádico, no dirigido por fuerza política alguna, 4) suplicar que se reclame justicia ante esta mortandad, que enlutó a más de 10 mil familias, y 5) implorar para que se diga la verdad sobre el número de abatidos, y no citar cifras exageradas.

Primero, con los fallecimientos y la convulsión monetaria por la covid-19, y segundo con el estremecimiento inflacionario por la guerra de Ucrania, los costes de los artículos de elevada demanda han escalado desmesurado techo, a nivel mundial y nacional, y mal podríamos incentivar otro volcán social, cuan manigua que, a la corta o a la larga, agravará los tormentos de las masas populares y el descrédito de sus auspiciadores.

Está comprobado que, para evitar mayores padecimientos a los ciudadanos indefensos, se impone el diálogo comprensivo en un organismo como el Consejo Económico y Social (CES), que compacte acciones en las esferas infraestructurales y macrosociales. Ningún partido debe rehuirle.

Los líderes y partidos que, en vez de formular sugerencias de solución, traten de obtener ganancia política, terminarán hundidos en su propio contrasentido. Los dominicanos valoran más la sensatez, la prudencia y la presentación de remedios, que el lenguaje incendiario. Más que la protesta, valen más las propuestas.