República Dominicana, tiene el privilegio de haber contado con una trilogía de patriotas decididos a fundarla libre y soberana.

Preservar ese legado, constituye la mejor manera de honrar su memoria. De ahí, la importancia de que las nuevas generaciones no pierdan el orgullo patrio, que se basa justamente, en esas dos premisas.

A los adultos nos toca, enseñarle a esa juventud, la amplitud de los conceptos libertad y soberanía. Pues, libertad significa mucho más que poder expresar lo que pensamos, y movernos hacia donde queramos. Es también, tener la responsabilidad de actuar con apego a la moral y el decoro que demanda la sociedad.

La soberanía por su parte define un poder territorial, político y ciudadano, que el Estado está en el deber de salvaguardar, proteger y garantizar. Conforme al mandato Constitucional y las leyes de la república; el Gobierno es el órgano con que cuenta el Estado para hacer cumplir tan importante mandato. Siendo así, se requiere vigilar con pulcritud y eficacia la integridad de nuestras fronteras terrestres, aéreas y marítimas.

En cuanto al aspecto político, nuestra Cancillería es la institución a través de la cual el Gobierno de la república, ejerce la política exterior, con el deber de vigilar atentamente, a fin de rechazar cualquier tipo de injerencia en nuestro ordenamiento político.

La soberanía del ciudadano adquiere mayor relieve en época electorales, debido a que es la ocasión en la que puede ejercer libre y soberanamente su derecho a promover el, y/o, los candidatos de su preferencia. La garantía de que se cumpla tan bonito postulado está a cargo de la Junta Central Electoral, órgano del Estado que regula y administra los procesos electorales.

Como se puede observar, la misión de “honrar a los padres de la patria”, es sencilla y perfectamente realizable. ¡Hagamos todos (Gobierno y ciudadanía) el propósito de lograrlo!

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