Opinión

Lluvia constante

Lluvia constante

Cada tarde llueve. Las mañanas amanecen luminosas, espléndidas y de momento el cielo se oscurece y llueve a cántaros, para felicidad de las plantas, de los árboles, y gripes que no se curan en artistas y poetas.
Por eso no pudo haber sido mejor escogida la obra Lluvia Constante, con la actuación magistral de Santiago Alonso y Mario Núñez y la dirección de Ruth Emeterio, quien ya nos tiene acostumbradas a su exigencia y excelencia en los montajes, así como ahora la dirección, ya que Ruth es, por sobre todas las cosas una conocedora y estudiosa del teatro desde que tenía once años.
La obra concierne a dos policías “con pocas cosas en común”, amigos y compañeros de infancia con un declarado compromiso con la lealtad como el atributo más hermoso de la amistad en todas las culturas y tiempos.
La obra es de un autor norteamericano, Keith Huff, y se estrenó en Broadway en septiembre del 2009, con las actuaciones estelares nada más y nada menos que de Daniel Craig y Hugh Jackman. Ha sido representada en más de diez idiomas y tiene todas las características de convertirse en “un clásico contemporáneo”.
Reconozco que fui a ver la obra con grandes aprensiones, ya que generalmente los montajes dominicanos de clásicos en otras lenguas adolecen de un problema de traducción e interpretación. Ejemplo, si voy a ver una obra que se ganó el Pulitzer por el texto espero que el texto me capture, y cuando descubro que el texto ha sido sustituido por la pericia actoral de actores y actrices, pero no refleja el contenido de la obra entonces me frustro.
Borges decía que para traducir a un poeta hace falta otro poeta porque el texto nunca será el original, pero hace falta eso, un poeta. Por eso me gusta el montaje de Lluvia Constante donde el sonido de la lluvia al caer es una permanente, como lo debió ser el calor en Agosto, y las adaptaciones lingüísticas de Mario Núñez, es decir la dominicanizacion, no afectan el contenido central del texto.
Me encantaron, además, la sobria escenografía de Gamilka Román, las luces de Ernesto López, las utilerías de Cándido Abad, el diseño gráfico de Olga Valdez y la banda sonora de Ernesto Báez.
Casi desde el inicio intuimos que lo que la obra relata es una tragedia, y vemos cómo se va construyendo, con el comportamiento impulsivo y soberbio de Dani, representado por Mario Núñez, y las angustias de su compañero Cheo, quien también sabe que el comportamiento de su compañero es un pasaporte al desastre.
Maravilloso montaje, fiel al texto de autor aunque se dominicanice, otro logro de Ruth Emeterio.

El Nacional

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