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Lo no contado sobre Faro a Colón

Lo no contado sobre Faro a Colón

Antonio del Monte y Dejada, historiador y autor de “Historia de Santo Domingo” (La Habana, 1852), tuvo la “genial idea” de sugerir el faro a Colón.
Decía que el Almirante que “ descubrió” estas tierras y que la mejor forma de honrarlo era con un faro de proporciones epopéyicas. Trujillo compra la idea y llama a un concurso internacional en el cual participaron 455 arquitectos de 48 países, entre los cuales no estuvieron los arquitectos más importantes de la época.

La investigación titulada El Ultimo Monumento, fruto de más de 20 años de seguimiento al tema que desarrolló el arquitecto José Emilio Brea García y que, en una edición de la colección del Banco Central, acaba de ponerse a circular.

El Faro a Colón Este es el único en su especie por sus con 251 faroles que adornan el cielo, y una luminaria que da la vuelta al mundo, fruto de un diseño epocal en el cual el despligue de cortinas de luces, explica Brea García, eran una moda procurando solemnidad y espectacularidad, para elevar la construcción en su imagen y diferenciarles de su entorno cotidiano.

El diseño ganador fue el del arquitecto Joseph. L. Gleave, pese a lo cual la él inicio de la construcción estuvo retrasado por una serie de factores que nunca quedaron claros y que barajaban las tensiones e intereses entre grupos, las intrigas entre el poder civil gubernamental y los entronques del área privada. aíses.
Durante el gobierno del Joaquín Balaguer se da comienzo a la obra, en 1986, bajo la supervisión de el arquitecto dominicano Teófilo Carbonell, y culminando la construcción del monumento en 1992, a tiempo para la celebración de los “500 años del Descubrimiento y Evangelización de América”.
Un libro “bomba”
La colección del Banco Central acaba de publicar este libro en que resalta la excelente capacidad narrativa marcada por la exactitud de la información histórica, el comentario sarcástico y la correcta conclusión al analizar los procesos que culminaron con la construcción de la obra, el libro es un aportador rico de información desconocida, no exactamente del aspecto constructivo sino de cuanto de movio geo.políticamente en torno a su gestión. Increiblemente, dice el autor, el concurso no llamó poderosamente la atención del mundo arquitectónico ni en el mismo participaron los genios de este quehacer profesional creador de espacios para la vida cotidiana y pública de los pueblos.

Son escasos y muy críticos los ensayos y estudios que refiere Brea García en torno al criterio de diseño y construcción. Un ejemplo de la exactitud de sus observaciones se tiene con el dato sobre las luminarias que apuntan al cielo, cuando dice “En 484 huecos armónicamente distribuidos en el cielo raso del cuerpo de la cruz (o gran cañón, como lo llama el arquitecto Gleave) se colocaron luminarias McPhiven, Cat. No 3B154, tipo cilíndrico, de 175, de aluro metálico, 277 Voltios, construidas totalmente de aluminio y para uso en la intemperie”.

El origen

El último monumento se comenzó a concebir en 1988, con una visita del autor al arquitecto Eugenio Pérez Montás, entonces director del Museo de Casas Reales, acompañado del historiador José Chez Checo. Brea asistía con el también arquitecto Omar Rancier, (ambos co-fundadores del grupo Nueva Arquitectura), en torno a una maqueta del monumento (que no se terminaría de construir hasta 1992, por parte del gobierno del doctor Joaquín Balaguer, como cúlmine de los actos de celebración del V Centenario de la llegada de los hispanos a las tierras “descubiertas”. De ahí nació el interés por el origen del proyecto, lo que consumió a Brea García, muchas horas de trabajo y mucha constancia para seguir.

Con la maqueta del Faro, Jesús María Troncoso y el arquitecto   Joseph Gleave, ganador del concurso para obtener el diseño ganador del Faro a Colón.

Proyecto  Adriano Simonetti.

Portada del libro.

Proyecto concursante.

Arquitecto Emilio Brea.