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María: ¿solución realo ilusión mediática?

María: ¿solución realo ilusión mediática?

República Dominicana es un país tan vanguardista que ya cuenta con su propia inteligencia artificial (IA) para combatir la corrupción, pero todo apunta a que se trata más bien de una puesta en escena sin respaldo claro ni fundamento institucional.

Esta IA, bautizada como “María”, fue presentada por el controversial empresario Jochi Gómez, quien aseguró que detrás de su desarrollo están DOGE y el gobierno de los Estados Unidos. Un dato llamativo, sobre todo considerando la seriedad del tema y la falta de información oficial que lo respalde.

El evento donde se dio a conocer la herramienta fue una conferencia sobre gobernanza e inteligencia artificial, con referencias al llamado “nuevo orden mundial”. Según la invitación, uno de los convocantes era Donald Trump Jr., lo que elevó aún más las expectativas sobre la importancia del acto.

Durante la presentación, Gómez apareció en un video de gran formato, proyectado como figura central y protagonista absoluto de la iniciativa. Un gesto que buscaba dar solemnidad, pero que contrastó con el perfil público y la trayectoria del presentador, que ha estado ligado a numerosas controversias.

Lo preocupante es que, si se confirmara que una herramienta de este tipo fue desarrollada por una agencia extranjera sin coordinación o autorización oficial del Estado dominicano, estaríamos ante un caso que requiere revisión cuidadosa desde el punto de vista legal y de soberanía institucional.

Tras el revuelo inicial, la Embajada de los Estados Unidos en Santo Domingo aclaró que no existe vínculo alguno entre su gobierno y la inteligencia artificial presentada.

Esto pone en duda toda la narrativa del lanzamiento y deja en evidencia que pudo haberse tratado de una estrategia más mediática que técnica.

No es la primera vez que se lanza un proyecto envuelto en grandilocuencia y promesas difíciles de comprobar, y cada vez que esto ocurre, se genera confusión en la ciudadanía, que ya de por sí enfrenta enormes desafíos para confiar en soluciones reales frente a problemas persistentes como la corrupción.

¿Puede una IA ayudar a combatir la corrupción? Es posible, pero es importante aterrizar un punto: cometemos el error de atribuir poderes extraordinarios a una tecnología imperfecta que se ha desarrollado en base a insumos imperfectos y amañados provistos por humanos.

Es fácil dejarse impresionar por el lenguaje técnico, las referencias internacionales y los montajes llamativos. Pero al final, lo importante es que cualquier herramienta que aspire a combatir la corrupción debe surgir con legitimidad local, transparencia en su desarrollo y supervisión pública real.

Presentar una solución tecnológica sin estos elementos no solo es poco útil, sino que puede convertirse en un riesgo al distraer la atención, diluir el debate y debilitar la credibilidad de cualquier esfuerzo serio.
Además, la manera en que se presentó “María” deja muchas preguntas sin responder.

¿Quién diseñó realmente la herramienta? ¿Qué base de datos utiliza? ¿Cómo garantiza imparcialidad y protección de derechos? Sin respuestas claras, cualquier promesa de eficiencia o transparencia se queda en el aire.

La lucha contra la corrupción es un proceso complejo que requiere trabajo sostenido, instituciones fuertes y controles efectivos. La tecnología puede ser una aliada, sí, pero nunca debe sustituir la responsabilidad que tienen los actores públicos y privados en este desafío.