El huracán Beryl, que ayer causó al menos seis muertos y cinco desaparecidos a su paso cerca de las costas de Venezuela e Islas de Barlovento, y cuyo sistema asociado produjo también lluvias, vientos y marejadas en República Dominicana, ha dejado como aleccionadora experiencia la necesidad de mejorar protocolos de prevención.
El ojo de ese ciclón cruzó en su punto más cercano a las costas dominicanas, a unos 180 kilómetros al sur de ia Isla Beata, por lo que el Comité de Operaciones de Emergencia colocó en alerta roja a las provincias Pedernales y Barahona, y amarilla o verde a otras 24, ante eventuales inundaciones, fuertes oleajes y deslizamientos.
Las autoridades inician hoy el levantamiento de daños ocasionados por el amplio espectro nuboso de Beryl, que en su trayectoria por el Caribe alcanzó categoría 5, máxima en la escala Saffir Simpson, aunque las proyecciones apuntan a su debilitamiento en camino hoy a Jamaica y mañana a Quintana Roo, México.
Aun con los daños materiales que pudo ocasionar ese fenómeno meteorológico en el territorio dominicano, la suerte obró para que su paso frente a la isla Hispaniola marcara una distancia promedio superior a los 380 kilómetros en su trayectoria, por lo que por efectos asociados, el mayor riesgo sería el de tormenta tropical para zonas de Barahona y Pedernales.
Gobierno y población no deberían apostar siempre al favor de la suerte cada vez que un huracán surge en el Océano Atlántico o el Mar Caribe, ni tampoco acostumbrarse a improvisar operativos de prevención días u horas antes de que se anuncie su arribo o paso cercano.
Sólo imaginar que un huracán categoría 5, como lo fue Beryl, toque tierra dominicana, pone los pelos de punta, porque en cualquier escenario se produciría una tragedia mayor en términos de pérdidas de vidas humanas y devastación de infraestructuras públicas y propiedades privadas. Resulta imperativo que Estado y Gobierno emprendan desde hoy mismo la creación de un sistema integral de prevención, abordaje y mitigación de riesgos de desastres provocados por fenómenos naturales como tormentas y huracanes, al que se podría insertar el cuerpo militar especializado, propuesto en un proyecto de ley para enfrentar ese tipo de evento.
Corresponde al Gobierno asistir a las comunidades afectadas por el paso del huracán Beryl, con abordaje inmediato a daños a viviendas, escuelas, puentes, carreteras, caminos vecinales, acueductos, canales de riesgo, predios agrícolas y pecuarios. Queda ahora aguardar por el próximo ciclón.