Antes de adentrarme en explicar lo que es la praxis, o el “por sus hechos los conoceréis”, permítanme felicitar a Miguel Mejía, por su valiente intervención pública en favor del respeto al Capítulo III de nuestra Constitución, el cual exige el reconocimiento a la soberanía política de los pueblos.
La defensa de ese derecho nos condujo a la Guerra de Abril del 65 y, mantenerlo, hoy a luchas tenaces, cuando se enfrenta un adversario que ha ido logrando cada vez mas espacio en las mentes, sobre todo de las nuevas generaciones: El aparato mediático.
Recuérdese que por cada uno de nosotros hay miles de “think-tanks” (obsérvese la intencionalidad guerrerista: “Tanques de pensamiento”) especializados, cuyo trabajo es diseñar estrategias de desinformación, manipulación y contrainsurgencia, masivas.
¿Ejemplos?
-‘Trump se presenta como víctima, aunque él fue quien incitó el ataque al Congreso.
-A Cuba se le incluye y mantiene en una lista de “países exportadores del terrorismo”, cuando es víctima de un terrorismo económico que ya lleva más de 60 años por parte del gobierno estadounidense, el cual ha hecho de Guantánamo la prisión más infame, a nivel mundial, para la tortura de prisioneros.
-La OTAN violenta todos los acuerdos con Rusia para la protección de sus fronteras, y cuando Putin reacciona lo demonizan como un “criminal de guerra”, trampa que hoy pagan los Ucranianos con sangre.
-Guaidó se autoproclama presidente de Venezuela y USA le gestiona el apoyo inmediato de 50 países, convirtiéndose en un chiste político a nivel continental. Corina, dama de la oligarquía, se nacionaliza panameña para poder pedir la invasión armada a su país, torpeza ideológica que la descalifica. Y, hace un llamado al terrorismo interno en Venezuela, desde sus cómodas oficinas de New York, mientras califica a Maduro de terrorista.
Por suerte hay algo que se llama Praxis, que quiere decir lo que tan claramente expresara la Biblia: “Por sus hechos les conocereís”, o lo que los sociólogos y sociólogas denominamos: “La práctica como único criterio de la verdad”.
Usted puede pretender lo que quiera; tratar de engañar a quien quiera; presentarse como quiera; pero lo que habla realmente por usted son sus hechos. No lo que aparenta, dice, o promete, repito, sino lo que hace, y si a eso se añade -lo que ha hecho en el transcurso de su vida-, entonces ya no hay nada más que hablar.
Esa es y debería ser siempre la tabula-rassa por la cual midamos las actuaciones de las personas que nos rodean, tanto en el ámbito de las relaciones familiares, como en el ámbito político. Lo contrario seria convertirse en candidatos a la frustración política y personal.
Nadie vale esa pena.