La XXVIII Cumbre Iberoamericana culmina con el anticipado éxito que conlleva congregar en Santo Domingo a una pléyade de jefes de Estado, de Gobierno, cancilleres, representantes de organismos multilaterales para abordar, discutir y socializar temas relevantes para la región.
Esa vocación integracionista y cooperante queda plasmada en la Declaración de Santo Domingo, un texto protocolar que refleja fehacientemente la voluntad de los dignatarios iberoamericanos de unir esfuerzos para afrontar retos y aprovechar oportunidades trascendentes en procura de resultados concretos que tengan impacto positivo en la calidad.
Un aspecto relevante en los resultados de esa cumbre ha sido el anuncio del rey de España, Felipe VI, de que la Unión Europea presentará en su cumbre con la Comunidad de Estados de Latinoamérica (Celac), a celebrarse el 17 y 18 de julio, en Bruselas, “una cartera de proyectos de inversión estratégica para la región”.
Esas iniciativas de desarrollo serán financiadas por los Estados miembros de la UE e instituciones financieras europeas y latinoamericanas, en todas las cuales, España participa activamente, lo que ayuda a consolidar una promisoria agenda de futuro entre los continentes que escenificaron su primer encuentro en 1492.
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El encuentro iberoamericano de Santo Domingo ha servido también como antesala de la Cumbre entre Europa y América Latina, siete años después de la anterior, esta vez con España como presidente de la UE, lo que ayudará a impulsar nuevas formas de integración económica y comercial, la habilitación de tratados de libre comercio.
Aunque la crisis haitiana fue objeto de ponderación y de preocupación entre los asistentes a la cumbre, era previsible que las expectativas de abordaje no sobrepasaran las expectativas que la comunidad internacional centró en el encuentro entre el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, en la que se abordó el tema en recorrido circular.
La propuesta del presidente Luis Abinader de crear un sistema financiero global más justo que permita crear las bases de un desarrollo económico, verde, equitativo y verdadero, quedó situada más cerca del ideal que de lo posible, aunque en la Declaración de la Cumbre se insertan temas sensibles como carta Medioambiental o Pacto Verde, derechos digitales y seguridad alimentaria.
Puede afirmarse, sin temor a equívocos, que la XXVIII Cumbre Iberoamericana, celebrada en Santo Domingo, cumplió con su objetivo básico, que ha sido el de promover un discurso integrador, cooperante entre América Latina, España y Portugal, en procura de una relación global sostenida en la justicia y la equidad.
