Con la tradicional solemnidad, siempre impresionante, la Policía anunció el programa “Navidad segura, convivencia y vida 2020”, que conformarán 26,608 miembros de ese cuerpo y del Ministerio de Defensa.

El operativo es siempre importante, pero es obvio que en este año se lidiará no solo con la delincuencia callejera, que nunca duerme, sino con la pandemia sanitaria.

En vísperas del inicio del operativo se han externado quejas de que en ciudades como Santiago los policías no velan para que se respete el toque de queda, el uso de mascarilla ni el distanciamiento social. Los agentes que intervendrán en el programa navideño necesitarán de instrucciones precisas del director de la Policía, Edward Sánchez, y del ministro de Defensa, Carlos Díaz, para realizar sus labores sin exceso y con la mayor moderación.

Suelen darse casos de que para demostrar eficiencia los agentes detienen a cualquier persona cuyo único delito puede ser ir para su casa después de la hora límite del toque queda. El patrullaje es siempre necesario en un país donde abundan problemas sociales que incentivan los actos delictivos.

Pero también con los recursos que circulan para esta fecha y la cantidad de personas que sale a las calles a distintas actividades. Pero desde que se anuncian los operativos lo primero que salta sobre el tapete es el tufo represivo.

No es lo que se estila, pero debería pensarse en la necesidad de acompañar los operativos de algún programa para captar la cooperación de la ciudadanía, para que no se reduzcan a más de lo mismo.