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Mitotes del extraviado revelación y epifanía

Mitotes del extraviado revelación y epifanía

Por: Ángel concepción

Mitotes del extraviado, del desasitiado y de la prieta clara, trilogía teatral, escrita por el doctor en teatro, director, actor y dramaturgo, Radhamés Polanco, es un texto, que es epifanía y revelación que abre puertas y ventanas, a la dramaturgia, a la literatura dominicana y más, como afirma el escritor y poeta José Enrique García, en sus notas de contraportada. Revelación y epifanía son sinónimos necesarios para destacar la importancia de este texto en el teatro dominicano.

Novela-teatral, texto hibrido, en donde la novela es teatro y el teatro es novela, texto fundacional, en donde los géneros se encuentran como olas en los mares fronterizos de la realidad y la ficción, generando un tercero incluido, una ruptura de la lógica binaria, convirtiéndose el texto en una forma hibrida, como afirma George Steiner, en su conferencia, dictada en la radio canadiense: Lenguaje y silencio: Ensayos sobre la literatura.

La poesía en esta novela teatral, vive y palpita en el centro inmóvil de la escena en el silencio germinativo, el potems, la cantidad hechizada, como le gustaba llamarle Lezama Lima.

Entonces el  texto florece en múltiples teatralidades, en la diversidad y en la multiplicidad de significados, en las infinitas escenas en donde lo invisible se vuelve visible, ante las pupilas absortas del lector-espectador.

Así viene a suceder que el libro abre sus puertas y muta en sala de teatro y se descorre el blanco telón de la página, la mirada del lector-espectador se llena de luz y la escena resplandece, y de repente ocurren las maravillas, lo lejano se acerca y lo cercano se aleja.

La historia ocurre en la verdad de la escena y entonces nos sorprende el capitán Backaloo Mackenzie, cantando y bailando la chamberona, y sobre las tablas irreales del escenario, exhibe sus mercancías Blanquita, la prieta clara más real que la haitianita que vende mercancías en la avenida Duarte y el desasitiado come pan con salchichón en el lejano y cercano Cotuí.

Las palabras como tejido de asociaciones, en este texto, más que influencias, son fluencias:

…. “El muerto que anda, murmuró quedamente el profesor Machartur, con la boca llena de bizcocho al polvoriento vidrio de la ventana”. James Joyce Ulises,  Pág.132.   Doña Tata viuda de Zarante Kelly Mackenzie: Sentada en la galería victoriana de su hotel Santa Bárbara describe el Samaná victoriano de la época:

….A este lado está la fortaleza, miren la fortaleza, allá arriba, imponiendo su temor y respeto a la gente, miren a las iglesias diciendo: -mucho cuidado, mortales-, y vean el cementerio marino, al que no le falta un muerto nunca, aunque sean harto saladito, siempre sombrío el cementerio y hambriento, mírenlo ahí como el caimán riéndose de todo haciéndose el dormido pero loco por bajar de su despeñadero aquí al llano. (Escena décimo primera).

Entonces todo es todo y ninguno; novela teatro, poesía, ensayo, historia, antropología, arquitectura y otra vez, teatro, purísimo teatro. De todos esos instantes, eternos, como si fueran relámpagos lentos está lleno Mitotes del extraviado y en altísimo fulgor El capitán Backaloo, texto que inicia la trilogía teatral, texto que es revelación y epifanía en el teatro y en la literatura dominicana, y más.

El Nacional

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