Opinión Editorial

El papa de los pobres

El papa de los pobres

Sin superar dolor y luto por la muerte del papa Francisco, el mundo cristiano se angustia ante el manto de incertidumbre que envuelve el proceso de elección del nuevo pontífice que coloca a la Iglesia católica en disyuntiva de continuar su legado transformador o volver a colocar anclas de conservadurismo.

Los restos del Jorge Bergoglio yacen todavía en la capilla de la iglesia Santa Marta, antes de su exposición en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, cuando ya comienzan los contactos entre 135 cardenales de todo el mundo que tendrán a su cargo escoger al nuevo Vicario.

El deceso del papa sorprende al clero con marcados rasgos de disidencia ante pronunciamientos del prelado argentino, quien llegó a proclamar que “prefiero una iglesia lastimada, adolorida y sucia por haber salido a la calle, que una iglesia enferma por el confinamiento y por aferrarse a sus propias seguridades”.

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Francisco emprendió significativas reformas en la Iglesia de Roma que incluyen el nombramiento de mujeres en puestos de liderazgos clericales y laicos, reducción del poder excesivo del clero, normas de transparencias y atención a las víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes.

Un influyente sector conservador se opuso resueltamente al discurso del fenecido papa que pregonaba inclusión ante la comunidad LGBTQ, al señalar que la homosexualidad no es un delito, aunque el prelado nunca modificó la doctrina oficial sobre la homosexualidad, ni sobre el aborto, definidos como pecados.

El mayor alboroto al interior de la Iglesia se produjo cuando el papa Francisco se declaró a favor de las uniones libres entre personas del mismo sexo, al decir que “los homosexuales tienen derecho a ser parte de la familia, son hijos de Dios y tienen derecho a tener una familia”, ante lo cual sugirió aprobar una ley de unión civil.

El papa Francisco ejerció un fuerte liderazgo dentro de la Iglesia católica y a nivel mundial, lo que se atribuye a su reciedumbre moral, su defensa a los derechos de los oprimidos, al medio ambiente, su rechazo a las guerras y a la “globalización de la indiferencia contra los inmigrantes”.

Es por eso que el mundo cristiano aguarda con sobrada angustia la elección del sucesor de Francisco, cuyo papado encaminó la conversión de la Iglesia Católica hacia una institución más humana, promotora de justicia, amor y compasión, cuya elección estará a cargo de 135 cardenales procedentes de todo el mundo, que tienen la misión de escoger al continuador de la obra de quien la historia conocerá como “el papa de los pobres”.

El Nacional

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