Carta de los Lectores Opinión

Muerte para aprender

Muerte para aprender

Tan tóxica era la relación por seducción de John Kelly Martínez con Esmeralda Richiez, que se puede hacer un compendio del que todos aprendamos.

Los adultos sabremos que hemos guiado mal esta sociedad y que estamos en deuda con ella. Que la familia no está haciendo su rol, y que los padres de Esmeralda parece no actuaron con la responsabilidad que les correspondía ante las evidencias del problema de salud de su hija.

Que fueron tolerantes al apoyar a John, su primo y compañeras y amigas del funesto clan. Que el profesor John perdió el raciocinio y los conocimientos académicos que hoy le están costando la mitad de su vida. Que con esta muerte, John, y profesores como él, aprenderán a respetar sus alumnos, reforzándose con aprendizaje de control de cabeza y admitan que se equivocaron de carrera.

Parece que John no sabía que la ley 136-03 y otros textos jurídicos protegen a los menores de edad, y que él como adulto y profesor, también le corresponde protegerlos. John y sus iguales aprenderán que hay pilas de mujeres sin penalidad legal, salvo exceso.

Las hay serias y de carpetas como en las redes sociales, la bolita del mundo, la TV, etc. Atendiendo a la ética, la moral y la ley, los docentes de primaria y secundaria no deben buscarse parejas sentimentales aprovechando su autoridad de profesores.

Con este infausto hecho la ADP trazará líneas preventivas y de retiro de apoyo a su membresía respecto a casos de esta naturaleza. Lo propio deberá hacer el Ministerio de Educación, en línea horizontal para el magisterio y pensar mejorar el régimen disciplinario previsto por la Ley de acuerdo a las prerrogativas que le otorga el cargo.

Los directores de escuelas y liceos son los más focalizados en esta reflexión, pues son los técnicos /supervisores natos en sus respectivos centros, y deben tener aguda visión, observando y/o recibiendo información sobre asuntos de excepción en su área de trabajo, y saber que en cualquier plantel escolar aparece un profesor macho como John.

El tema pasional no es nuevo en las escuelas, sino que se enfría por tiempo, pero nos parece que como este caso no hay precedente. Sin injusticia ni privilegio hay que vigilar cualquier conato de profesor a estudiante que pudiera darse, y de producirse actuar rápido, sin miedo a pisar la manguera a quien sea, antes que se haga tarde. La muerte de Esmeralda sirve para aprender de ella y de John, ser más observador, más ético, más moral y más humano.

Lic. Santiago Martínez

El Nacional

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