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Nacimiento de un novelista

Nacimiento de un novelista

Con “Teresita, la historia de un gran amor”, Claudio R. Bermúdez se inicia como novelista. El nacimiento de un novelista llega parejo con la creación de la novela.

Bermúdez ha estructurado una trama a partir de hechos singulares recogidos en el pueblo ficticio de Los Uveros, que no es tan ficticio porque resulta fácil descubrir que se trata de Miches, en una atmósfera que corresponde a los años 1970 y 80. Predomina el realismo, pero el autor ha sabido aderezar su obra con estilo donairoso, revelador de que se ha preparado para el trabajo de escribir, que no resulta el más cómodo. Veamos el párrafo inicial de la novela:

Pudo salvar su vida con un raudo salto a la cuneta. Al estar tirado en el suelo, estupefacto aún, como preguntando, ¿qué pasó?, con los ojos nublados, una rata pasó por encima de su cuerpo y de otro salto supo que seguía vivo. Se sacudió. Ya de pie, subió de nuevo al camino y trató de organizar en la mente lo sucedido. Recordó que solo vio el celaje de un auto que por milésima de segundo casi lo atropella. No llegó a identificar ni marca del vehículo, ni numeración de placa, mucho menos al conductor. Prosiguió su camino tratando de olvidar el hecho. Nada más pensaba en su amada Teresita.

Justamente, la obra toma como pretexto el noviazgo de Jaime y Teresita para referir de forma grácil el modo de vivir de la comunidad. Vida, costumbre, léxico de la gente de Los Uveros discurren a lo largo del texto, de 138 páginas. Lo que aquí se cuenta, allí ocurrió, pero el novelista -para ser novelista- no toma fotografías de los hechos, sino que los dibuja y los desdibuja. Ninguna novela debe asumir como compromiso la fidelidad a la realidad histórica, pues no hace falta ni conviene. La historia es una ciencia y su compromiso es con la verdad, la novela es una obra de arte y su fin es el deleite estético. Claro, todo novelista -o quien quiera serlo- observa su entorno, anota en su conciencia y a veces en papel lo que ve y oye.

Bermúdez ha vertido sus recuerdos de adolescente criado a la orilla de la mar, en la costa atlántica, en ese pueblo encantador que para entonces era solo de sus nativos. Salen a relucir la integración familiar, la vida sana entre  amigos y vecinos,  y más que eso, la presencia de personas cuyo pintoresquismo los convertía en  personajes. El neonovelista los ha incorporado a su obra porque se dio cuenta de que estos andaban reclamando un autor que lo hiciera, que no solo a Pirandello le ha pasado.

Cada personaje de esta obra tuvo su arquetipo (modelo) en la realidad y los micheros los descubrirán de inmediato, pero qué bueno que quienes no conocieron esta etapa de la vida pueblerina los ubiquen en el plano de la imaginación.

¿Qué ocurrió con los amores de Jaime y Teresita?  De niños eran vecinos, sus padres vislumbraron que se amarían, se hicieron novios y parecían felices, pero vinieron los conflictos.  No diré qué pasó, mejor digo  que no puede haber novela sin conflicto.

Precisamente, bienvenida sea Teresita, la historia de un gran amor, primera novela de Claudio Rafael Bermúdez Peralta, quien con esta obra presenta su tesis de grado para investirse de novelista. Ahora le falta escribir otra que supere la primera y eso  lo ayude a liberarse del síndrome de la novela única, el cual ha afectado a importantes novelistas dominicanos (Galván, Cestero, Marrero, Vergés…). Enhorabuena.