Las casi 17 toneladas de drogas decomisadas por las autoridades en los últimos 10 meses es para que el narcotráfico se haya por lo menos replegado. Pero casos como el de los 168 paquetes de cocaína incautados el fin de semana en Barahona confirman que los golpes no amilanan a los traficantes de drogas.
Si bien la persecución de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) parece que ha sido eficaz contra el narco es obvio que la incesante afluencia de cocaína plantea muchas interrogantes. La mayor cantidad de la droga decomisada ha sido en el territorio. Son contados los decomisos capturados en alta mar.
Se dirá que algo es algo. Sin embargo, las autoridades tienen que revisar la estructura antidrogas, porque cuesta entender los desafíos de los narcos en utilizar el territorio a pesar de los frecuentes decomisos de grandes cargamentos. Vale suponer que los narcos cuentan con gente influyente y bien ubicada para canalizar sus operaciones.
Siempre se ha pensado, porque de esa manera es que ha operado, que el narco suele sacrificar cargamentos para pasar otros sin problemas. Casos como el de Barahona no es un simple desafío.