Opinión

Opción Democrática

Opción Democrática

Minou Tavárez Mirabal ha tomado una plausible decisión: Constituir un partido político a través del cual dar continuidad a una militancia política que ha sido positiva y que merece seguir ofreciendo a la nación sus mejores esfuerzos. Sus adversarios quisieran verla retirada de la actividad política, porque quienes ejercen como ella el oficio, se constituyen en obstáculos para quienes rehúyen la posibilidad de que hayan espejos que reflejen formas distintas de intentar enderezar el rumbo torcido de una democracia que no termina de hacerse realidad.

No obstante, Opción Democrática debe evitar asumir un accionar que generaría complacencia en los representantes de las ideas que pretende combatir en su estrenada existencia, como sería transitar un camino desprovisto de la suficiente vocación de poder. En ese sentido, sin proponérselo, se convertiría en un aliado circunstancial de la permanencia de aquellos que se propone enfrentar.

La historia de las fuerzas políticas progresistas del país es la de la dispersión, la de aferrarse a protagonismos viscerales que han impedido la materialización de cientos de esfuerzos unitarios, cuyo fracaso figura como causa fundamental de derrotas seculares infligidas por el sector conservador.

La primera conciencia que toda opción liberal debe desarrollar en el espectro político dominicano, es la de la urgencia de tomar el poder, por ser el único espacio donde se pueden hacer realidad los postulados que se proclama defender. Al propósito de la necesaria unidad no contribuye un discurso y una práctica políticas descalificadoras de todos los demás a partir de valoraciones de naturaleza ética o moral.

La ética imprescindible es la ética del poder. Quien le tema a eso por una supuesta asimilación de tal afirmación con el riesgo de hacer desde el gobierno las diabluras de siempre, es porque se autodescalifica para un escenario que proporcione poder. Ese no ha sido el pasado de Minou, quien ha ostentado poder y lo ha ejercido con dignidad. Pero no comprender la tesis que defiendo, desde mi perspectiva, es plegarse al chantaje hecho con la finalidad de evitar el éxito de proyectos unitarios.

Una propuesta real de poder alternativo debe abrirse a pactos diversos, siempre que sus suscriptores se comprometan a acatar las líneas programáticas que sustentan el acuerdo. Lo rechazable no es pactar, sino irrespetar con posterioridad lo acordado. Tal como hicieron quienes recibieron el apoyo de Minou para hacer alianzas mucho más insospechadas que las que ella pudiera hacer en esta coyuntura.

El Nacional

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