Ha perdido valor el criterio de que el comportamiento político, económico o social del individuo está en conexión con el lugar que ocupa en las relaciones de producción, a partir de lo cual cada quien adquiere ascendencia o conciencia proletaria, burguesa, oligárquica o del difuso entramado social de la pequeña burguesía.
Los tiempos han cambiado y la sociedad de hoy es esencialmente individualista, aunque cuando de defender intereses se trata, en sociedades políticamente atrasadas, burgueses y oligarcas cultivan unidad de propósitos, mientras que trabajadores y pequeños burgueses tienden a la dispersión.
No se habla ahora de fortalecer al proletariado con la contratación de su mano de obra, sino del “empleo formal”, que es lo mismo, más aún porque el 55 % de los potenciales trabajadores, ostentan la condición de pequeños burgueses, la mayoría de los cuales malvive en la informalidad.
No hay que ser erudito en sociología política para afirmar que burgueses y proletarios están unidos por el cordón umbilical de la cadena productiva, sin la cual sería difícil que el dinero se convierta en capital y que la mano de obra genere plusvalía.
Las economías mas avanzadas han resuelto el problema de la contradicción entre el capital y el trabajo, mediante la consolidación del Estado de Bienestar, que provee a obreros y pequeños burgueses, hoy denominados como “emprendedores”, acceso digno a la salud, educación, vivienda y seguridad social.
La historia dominicana ha estado matizada por conflictos sociales y políticos entre sectores de la pequeña burguesía pobre y muy pobre, incluidos generales montoneros, aunque con destellos de luz en figuras de Duarte, los trinitarios, restauradores y el liderazgo liberal de principio del siglo 19, algunos provenientes de los estamentos medianos y altos de ese sector de clase.
Una irrefrenable horda de pequeños burgueses infectados de individualismo, grupismo, sectarismo y arribismo, no pocas veces manipulados por sectores oligárquicos, destruyeron partidos tradicionales liberales, conservadores y de izquierda, por lo que se aconseja a los sobrevivientes procurar algún antídoto.
Los tiempos cambian porque ahora a los trabajadores se les identifica como “colaboradores”, los burgueses, son “inversionistas” y los oligarcas se agrupan en “grupos empresariales”, vinculados al comercio, la agropecuaria, importación, exportación, turismo y la banca.
La pequeña burguesía, ese amplísimo segmento social, que en términos económicos “no es chicha ni limoná”, ahora se denomina “sector informal de la economía”, o “emprendedores”.