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Pobreza

Pobreza

Pedro Pablo Yermenos Forastieri

Le tocó ver la luz del mundo en la oscuridad del filo fronterizo. No tenía en su favor ningún tipo de excepción a lo normal que suele ocurrir por esas tierras tan cercanas a una belleza indescriptible y tan lejanas del paraíso que ellas pueden insinuar. ¿Cómo se inició la ruptura definitiva entre lo ofrecido por la naturaleza y el resultado de unas circunstancias sociales tan obscenamente desiguales? Si al comienzo de todo partimos de los mismos insumos, ¿qué determinó una distribución tan inequitativa de los mismos?.

Cuando llegó a la tierra, hacía siglos que todo estaba consumado y le correspondió enfrentar las terribles condiciones padecidas por quienes caen en ese lado despiadado en la repartición del pastel. ¿Hemos evaluado correctamente los privilegios que conllevan no empezar el camino por debajo de cero y, por el contrario, ser legatarios de una hilera interminable de beneficios heredados? ¿Hasta dónde es justo evaluar los peldaños alcanzados por la gente, sin analizar de forma adecuada sus puntos de partida?.

Aquello de que si quieres, puedes, no pasa de ser aliciente para incautos, difundido por interesados en hacer creer que todo depende de la voluntad individual. Simple artimaña para procurar la preservación perpetua de escenarios que demandan enmiendas para hacer que las oportunidades estén disponibles con mayor sentido de equidad. Claro que abundan ejemplos de asombrosas superaciones de adversidades, pero en las estadísticas, no son más que un minúsculo arbolito verde en medio del erial.

Él fue una de esas cifras que sirven, ante todo, para confirmar reglas. Tampoco es que haya obtenido patrimonios materiales fabulosos, pero comparándolo con el destino miserable que suele marcar de forma indeleble sus iguales, lo suyo fue algo notoriamente mejorado. Pero caramba, qué precio el pagado para alcanzar una alícuota partecita de lo que suelen encontrar otros en las cunas doradas donde descansan desde la primera vez.

Estas atrocidades, imponen urgente revisión de la asignación de méritos. ¿Es correcto etiquetar como exitosos a quienes han disfrutado de ventajas competitivas derivadas del legado que el pasado les ha proporcionado, con ausencia absoluta de sus esfuerzos personales? En sentido opuesto, ¿han fracasado quienes a duras penas pudieron sobrevivir intentando superar el enorme peso obstinado en hacerlos retrotraer dos pasos cuando intentan dar uno?
¿Por qué cuesta tanto comprender que esa irritante desigualdad es el epicentro del creciente deterioro de la convivencia social? ¿Esperaremos que el vendaval nos arrastre a todos?