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¡Por fin el muro!

¡Por fin el muro!

Hugo Ysalguez

Desde hace varios lustros, distintos sectores preocupados por el destino de la Patria, venían clamando la construcción de un muro de concreto armado en la zona fronteriza, una aspiración que se inició el pasado sábado 19 de febrero, cuando el presidente Abinader, dio el primer picazo de la obra que tendrá una extensión de 160 kilómetros, 170 torres de vigilancia, control y 171 puertas de acceso que tendrá incidencia en las provincias Independencia , Dajabón y en los pasos limítrofes de Dajabón, Elías Piña, Pedernales y Jimaní.

Al anunciarse un proyecto tan vital para la supervivencia de la soberanía nacional, pues el mismo detendrá las inmigraciones ilegales, los grupos antinacionales le salieron al paso a la iniciativa, invocando argumentos cargados de metáforas e hipocresías, para sellar el muro que consideran innecesario debido a que los dos pueblos que comparten la vecindad de la frontera viven en una convivencia de magníficas relaciones, recalcando que la verja física agrieta esa confraternidad existente en la línea que separa a los dos países.

Desde que asumió el poder, el presidente Abinader ha trazado la raya de Pizarro en cuanto a su política frente a Haití, que aún no se recupera de los numerosos conflictos generados y agravados desde que colapsó el Estado.

El primer mandatario dominicano ha sido coherente en sus posiciones políticas de Estado en torno al desastre haitiano, controlado por bandas crimínales que secuestran y matan a diestra y siniestra, sin régimen de consecuencias.

La República Dominicana, no solo enfrenta un éxodo indetenible de indocumentados, sino un acentuado trágico de armas, drogas y trata de personas, y de ahí la importancia de la construcción de un muro de hormigón armado, con una estructura metálica de altura 3.90 metros, con un control biométrico que permitirá el control de la entrada de extranjeros con pasaportes que justifiquen su estancia en el país.

Realmente, Abinader se ha anotado un logro importante que refuerza y protege nuestra nacionalidad, por lo que no es una lisonja llamarlo el Nuevo Centinela de la Frontera, que merece el respaldo de los grupos nacionalistas que se mantendrán vigilantes para que la erección del muro, no se quede en un simple enunciado y termine en la fecha prevista.