La avanzada de las tropas de Kenia apenas salió de Haití cuando pandilleros mataron a siete personas e hirieron a varios que participaban en una manifestación contra la violencia convocada por un pastor cristiano.

No se sabe cuántas muertes, heridos, desaparecidos y secuestros más tendrán que ocurrir en la nación para que la comunidad internacional se conduela de la desgracia de sus habitantes, quienes además de la violencia son víctimas del hambre y las enfermedades.

Kenia se ofreció a liderar la intervención militar en la nación para combatir a las pandillas, pero por ahora solo ha recibido un tímido apoyo de las grandes potencias.

La masacre del sábado en Canaán, una zona de Puerto Príncipe controlada por las pandillas es otro de los sangrientos signos de la violencia y la inseguridad que afecta a la empobrecida nación.

Hastiado por el desasosiego y las necesidades un pastor cristiano osó convocar una manifestación pacífica a favor de la paz y la seguridad, pero los integrantes fueron dispersados a tiros por los bandoleros.

Puedes leer: RD tiene “recursos” para protegerse de las bandas haitianas

La Policía haitiana, que se dice ha sido infiltrada por los pandilleros, nada pudo hacer para prevenir la masacre.

Con un Gobierno que apenas se sostiene en el poder, la sangre que ha corrido en Haití por los crímenes de los pandilleros ha debido ser suficiente para que Estados Unidos y Canadá decidan tomar carta real en la crisis que sacude a la nación.