Por el rebrote de los contagios y el incremento de la tasa de positividad era lógico pensar que el Gabinete de Salud reconsideraría el inicio de la docencia semipresencial al menos en demarcaciones como el Distrito Nacional y la provincia Santo Domingo.
Ante la falta de atenuantes el Ministerio de Educación ha actuado con presteza con las decisiones que ha anunciado para evitar que la docencia se convierta en otra fuente de propagación del coronavirus. En medio de un clima tan difuso la reanudación de la docencia presencial plantea muchas interrogantes.
Entidades de tanto peso en la lucha contra la pandemia como el Colegio Médico Dominicano (CMD) han reiterado su oposición a las clases que se iniciarán desde mañana sin ningún tipo de excepción.
Pero con lo precaria que ha sido la enseñanza virtual y a distancia la verdad es que no se pueden perder más horas de clases presenciales.
Tal vez el Gabinete de Salud debió autorizar la apertura solo en las comunidades en que la tasa de positividad está por debajo del 5% y los planteles reúnen las condiciones físicas para impartir docencia.
La vacunación no ha frenado los contagios. Ante el cuadro sanitario es por lo menos saludable que el Ministerio de Educación trate de reducir las consecuencias con las restricciones que ha dispuesto con motivo de la apertura de la docencia. Cierto es que se tiene que volver al aula, pero sin arriesgar la salud de nadie en particular.
