San Cristóbal
Abandono y violencia
La violencia ha calado con tanta profundidad en San Cristóbal, que la alarma ha vuelto a dispararse. Los cuatro abatidos por una misma persona que después se suicidó no es más que una luctuosa muestra de la crisis social y económica que tiene el desempleo, la corrupción y la inseguridad entre sus principales componentes.
De una de las provincias más ricas por su aparato productivo, San Cristóbal ha devenido en una de las más pobres por la caída de ese aparato y la falta de inversiones. Las autoridades de la provincia, en lugar de asumir, quieren compartir con la población la responsabilidad sobre una crisis que no se puede negar.
Por las críticas contra la corrupción de la Policía, el jefe del cuerpo, Manuel Castro Castillo, trasladó la dotación completa e incluso ordenó una investigación con la garantía de sancionar a quienes sean encontrados culpables de abusar de sus funciones.
Pero la seguridad es solo uno de los muchos males que han convertido a San Cristóbal en un santuario de la violencia. Los niveles de la marginalidad y la pobreza son tan alarmantes, que constituyen caldos de cultivo para esa criminalidad y delincuencia que hoy tiene a sus residentes sumidos en la desesperación.