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Tras masacre

Se veía crisis

 

Tal parece que tras la masacre del piloto Óscar Pérez y otros sublevados, el Gobierno de Venezuela quería crear las condiciones para abortar el diálogo con la oposición que se celebra en República Dominicana.

La nota que agregó a la ejecución de que los sublevados habían sido delatados por participantes en la conversación fue formulada con toda la mala fe habida y por haber. Pero es posible que el presidente Nicolás Maduro no midiera la tormenta contra su Gobierno que desataría el aniquilamiento de Pérez, un exagente de la Policía, y los otros seis miembros de su grupo.

Además de la condena de varios gobernantes y exgobernantes, la Unión Europea no tardó en sancionar a siete funcionarios del Gobierno.

Desde que se sintió cercado por el contingente militar, Pérez, que estaba atrincherado en una residencia en un barrio de Caracas, intentó en vano rendirse. Alertó incluso a la opinión pública de que las fuerzas militares, que disponían de todo tipo de armas, disparaban de manera incesante.

Maduro no solo calificó a los caídos de terroristas, sino que dijo que estaban financiados por el Gobierno de Colombia.

Y para crear más confusión, al punto de interrumpir la ronda del diálogo pautada para ayer en el país, atribuyó a la oposición el suministro de la información que según él permitió ubicar a los sublevados. En el supuesto de que los sucesos no obedecieran a una trama, que no es lo que parece, de todas formas el Gobierno de Venezuela ha comenzado a ver las consecuencias.

El Nacional

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