La proclamación de la independencia nacional, de la cual se cumple mañana el 180 aniversario, es, además de un acto patriótico, un verdadero referente de lo que representa la lucha por una sentida causa.

Los dominicanos no tenían más que voluntad y tesón cuando iniciaron la conspiración para liberarse del yugo haitiano en interés de regirse por su propio destino.

La ocupación haitiana se inició en 1822, pero ya en 1824 se frustró el primer levantamiento en Los Alcarrizos contra la invasión extranjera.

Esa chispa se propagó en el sentimiento de amplios sectores hasta que el patricio Juan Pablo Duarte le dio forma con la creación de la sociedad La Trinitaria para luchar por una patria libre y soberana.

Para la época los dominicanos carecían de armas y de un ejército convencional, a diferencias de Haití que contaba con miles de soldados y una estructura política.

La persecución, encarcelamientos ni las expulsiones del territorio intimidaron a los dominicanos en su determinación de rescatar su territorio y disponer de una bandera, un escudo y un himno.

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Ese sueño se concretó el 27 de febrero de 1844 en la Puerta del Conde con el izamiento de la bandera que anunciaba una nación libre e independiente.

Esa lucha que retomó Duarte y en la que se destacaron próceres como Francisco del Rosario Sánchez y Ramón Matías Mella será siempre uno de los más luminosos referentes sobre el significado de una causa noble y justa.