Editorial Opinión

Reforma electoral

Reforma electoral

La polémica en torno a la reforma de la Ley Electoral no acaba de cerrarse con un consenso que ordene y transparente los procesos de votación. El gran déficit institucional que todavía arrastra el país obliga a definir con la mayor claridad los roles de entidades como la JCE en materia de organizar y fiscalizar lo relativo al ejercicio del sufragio.

La zarandeada reforma de la Ley Electoral aprobada por el Senado ha generado malestar en el pleno de la JCE al entender que se limitan sus atribuciones y, lo que parece más importante, se obviaron aspectos medulares relacionados con los gastos de los candidatos.

Los candidatos que disponen de más recursos correrán siempre con más ventajas aquí y en todas partes. Un tope , como existe en muchos países y que según la JCE fue ignorado por el Senado, sería una alternativa más democrática para reducir un poco la diferencia en los certámenes.

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En sus alegatos tiene razón la JCE al cuestionar que no se obligara a los candidatos a rendir informe de sus gastos, pero tampoco sanciones por las violaciones. Por lo regular los aportes de los partidos a los aspirantes son insignificantes, lo que lleva a los contendientes a buscar apoyo financiero en fuentes no siempre legítimas.

La JCE también cuestiona el artículo 25 de la ley 15-19 al entender que la modificación que se le hizo merma su autoridad y autonomía toda vez que se le impone pronunciarse a solicitud de organizaciones políticas sobre asuntos de distinta índole.

Como el proyecto tiene todavía que ser conocido por la Cámara de Diputados, las observaciones que hace la JCE deberían ponderarse a fin de que la ley pueda llenar su cometido. De nada serviría una reforma que en lugar de avance constituya un atraso para la organización y fiscalización de los procesos electorales.

Y con unas elecciones que prácticamente ya están aquí los legisladores tendrán que darse prisa en cuanto a afinar los detalles para que la ley pueda aprobarse y aplicarse sin mayores traumas. Los procesos siempre han sido espinosos, generando muchas sospechas, pero es tiempo de avanzar.

El Nacional

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