Cuando el expresidente Hipólito Mejía (2000-04) afirmaba, con un tono que irritaba, que los exgobernantes no se molestaban, echando por la borda el principio de que todos los ciudadanos son iguales ante la ley, jamás se pensó que la advertencia era la base de lo que sería un pacto de impunidad.
Desde entonces ningún exmandatario ha sido interrogado sobre los muchos escándalos que han sacudido el país y cuando un fiscal, José Manuel Hernández Peguero, Distrito Nacional, lo intentó, precisamente a Mejía por el caso Baninter, no solo fue desautorizado por el entonces presidente Leonel Fernández, sino relevado del cargo.
(En la región y en muchas partes del mundo, República Dominicana es la excepción en cuanto a la inmunidad de los expresidentes).
Después de la afirmación de Hipólito, por la que tuvo que pagar un alto precio, Fernández y Danilo Medina siguieron la misma tónica, aunque sin pregonarlo, al no permitir que se moviera una paja sobre un escándalo.
El presidente Luis Abinader ha sido el más cauto al dejar en manos del Ministerio Público todo lo concerniente a persecución y sometimiento por escándalos de corrupción, sin importar jerarquía.
Cuando se ve a un expresidente de Estados Unidos sentado en el banquillo y con una caterva de juicios pendientes, o a la presidenta de Perú, Dina Boluarte, declarar sobre unos relojes, se tiene necesariamente que pensar en República Dominicana.
Los relojes que pusieron a la mandataria al borde del precipicio son tres Rolex, que no llegan a 50 mil dólares, una bagatela por estos predios, pero resulta que no estaban en su declaración de bienes.
El caso de Perú es más sintomático o cobra más relevancia porque fue en un documento a ese país que se detectó la confesión de Odebrecht de que había pagado sobornos por 39.5 millones de dólares en República Dominicana para la construcción de las plantas de Punta Catalina. E incluso, a diferencia de los 92 millones que había admitido para la adjudicación de varias obras, citaba con seudónimos a los beneficiados.
La Procuraduría General de la República encontró la manera más fácil de sacarle el cuerpo al escándalo al declarar que había solicitado un informe oficial, que por supuesto no se sabe si ha llegado. De esa forma evidenció que la impunidad trasciende a los exgobernantes.
En Perú, con los escándalos de corrupción, sobre todo los relacionados con Odebrecht, han sido encarcelados expresidentes, políticos y empresarios.
Ahora unos relojes que exhibía la Presidenta disparan las alarmas, mientras por aquí el tiempo está congelado en lo que concierne a la impunidad.