Articulistas Opinión

Resistencia patriarcal

Resistencia patriarcal

Susi Pola

El pasado diez de marzo, el Mecanismo de Seguimiento de la Convención Interamericana de Belém do Pará (Mesecvi), de la Organización para los Estados Americanos, OEA, recordaba a la República Dominicana a través de Comité de Expertas, que nuestro país es signatario de la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra la Mujer, un tratado de 1994, vinculante que nos obliga a proteger la vida de las dominicanas.

En el marco de las obligaciones internacionales del país, manifestó el MESECVI, como en su estado actual, el proyecto de reforma del Código Penal “constituye una violación al derecho a decidir de las mujeres, vulnera los derechos humanos a la salud, autonomía, privacidad y seguridad y representa un retroceso en las obligaciones internacionales del Estado”.

La reacción de organizaciones “pro vida” de los embriones y fetos, así como iglesias y parte del sector empresarial, claro, “tronaron” y denunciaron a la OEA y a la Ministra de la Mujer, elucubrando “que trabajan juntos” para “presionar” al Congreso dominicano.

Un ejercicio reiterado de estos grupos que, apelando a su “fe profunda”, solo se aman a si mismos y a quienes son tan exclusivos como su propio colectivo, aplicando la teoría del espejo, es decir, cuando alguien se refiere críticamente a defectos en otras personas que, en realidad, posee ella misma.

(Qué sepamos, en el Congreso dominicano hay una presencia y apremio permanente -y hasta oficial si se trata de iglesias- de estos grupos).

El tema de fondo en todo esto es de poder y para conservarlo se hará lo que sea por parte de este segmento de la sociedad negador de derechos a las mujeres, empezando por la propia vida de ellas.

La transacción que plantea el actual Código Penal, obligando a todas las mujeres, sin distinción del riesgo que sea, a suicidarse física y moralmente, es la base de la negación del valor humano de las mujeres. Y eso, no es un fundamento cristiano ni religioso. Es de puro poder y misoginia.

Esa gente solo cree que está en sus manos “dar derechos”, sin saber que, la igualdad y la equidad, trasciende al clásico discurso político de: “yo te doy”. Porque los derechos no se otorgan ni se regalan, solo se reconocen, y ese es compromiso humanista, religioso, cristiano, democrático, político, filosófico y libertario.

Lo demás son alianzas de las organizaciones antiderechos, configuradas desde sólidas estrategias fundadas en la desinformación y la manipulación y aplicando la resistencia violenta contra las mujeres. Amén.