Me tocó ser su edecán durante la Feria Internacional del Libro dedicada a la República de Panamá en el año 2014, y en ese ínterin pude aquilatar el amor de la doctora Britton por la República Dominicana.
Nunca olvidaré la carcajada que solté cuando ella me contó que ante la imposibilidad de ir a una de nuestras playas, le dijo a un taxista que la llevara al Malecón, se detuvo allí y se quitó sus zapatos, introduciendo sus pies en las salinas aguas del Mar Caribe.
Los primeros conocimientos de la vasta cultura panameña los adquirí con sus novelas, y en El Ataúd de Uso, libro autobiográfico, narra la historia de su familia.
No supe dónde meter la cabeza cuando delante de un grupo de personas se quejaba amargamente de la muchedumbre que acudía diariamente al parque Omar de Ciudad de Panamá, a hacer jogging, pasando frente a la Biblioteca Nacional Ernesto J. Castillero R. sin siquiera dignarse en entrar a leer. Unicamente atiné en decir, “doctora Britton, yo vengo a caminar, pero también entro a la Biblioteca”.
Amiga personal de Mario Vargas Llosa, la doctora Britton me dijo que el premio Nobel de Literatura tiene como su lugar paradisíaco al Darién, provincia ubicada en el sur de Panamá. Defensora intransigente de la educación, acudía frecuentemente a los medios de comunicación de su país para hablar de esa temática.
La lectura de su literatura me dio cátedras del arte de escribir. ¡Hasta siempre, Rosa María Crespo de Britton!